Capítulo II: La prístina Travesía

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Loraine Drácula I

Las doncellas rodeaban a Loraine de un lado a otro asemejando a las moscas que revoloteaban sobre la carne fresca. Su aposento se encontraba abarrotado de damas, cada una encargada de una tarea particular; Cabello, gemas, vestidos, etc. Pese a que aquello nunca le había molestado, hoy le parecía un poco más desesperante. Loraine fue vestida con un sayo color rosa pastel, de mangas arqueadas que llegaban hasta el suelo, bordado con hilos plateados. Alrededor de su delicado y fino cuello le adornaba un delgado pero brillante collar de diamantes acompañado de piedras negras, y desde los hombros el vestido rosa era acorazado por una capa de cuero color vino, que le protegería del gélido frío del prístino camino. 
Desde hacía mucho tiempo que Loraine no partía a un viaje, no sabía que le estremecía más, la idea de ir a un lugar nuevo o la imagen de ella en un alto trono. Desde que recuerda, una de sus primordiales fantasías era convertirse en reina algún día, solía rezarle a sus ancestros por aquel profundo anhelo. La princesa imaginaba que las leyendas y registros relatarían que ella nació para eso, para lucir una corona sobre su cabeza. Así que de alguna manera u otra era el único camino que siempre miró delante de ella, uno del que se había rendido cuando fue prometida con Caslius. "Nadie puede interponerse ante el destino, nacimos para lo hemos nacido" se decía Loraine.
Dentro de poco, alguien tocó la puerta, previniendo a todas dentro del aposento. 
-Su majestad. –Se inclinó una doncella cuando se abrió la puerta. Por un instante Loraine pensó que se trataba de su padre hasta que observó a Leegan atravesar la entrada. Su hermano vestía gruesas pieles negras y cómodas para viajes, asediada con una capa vino oscuro. Los colores de la Sangre Real Drácula hacían que los rasgos rubios de su hermano brillaran más.
-Dejadnos. –Ordenó Ella afinando sus guantes de cuero. "Ha venido a hablar de él" presumió preparándose a lo que venía.
-Entonces... –Comenzó Leegan cuando finalmente estuvieron a solas. – ¿Estáis ansiosa por la partida?
-Prometedme que no os interpondréis. –Demandó Loraine a su hermano tratando de no darle largas al asunto.
-¿Perdonadme? –Preguntó Leegan desconcertado. Algunas veces Loraine sentía que los dioses se habían equivocado con ellos. Leegan era todavía ingenuo, guerrero sí, pero no con la astucia de un rey. Eso era bien sabido, su hermano tenía mucho en lo que instruirse mientras que Loraine ya lo sabía todo. Desde niña notaba como las mujeres nacían con cierto talento innato mientras que los hombres aprendían con lecciones durante toda su vida. "Las mujeres no tenemos oportunidad de aprender de los errores" escuchaba ella "Nosotras somos obligadas a aprender de nuestros errores incluso antes de cometerlos"
-Cuando padre me habló de la propuesta del Oeste, acepté de inmediato. –Continuó explicando Loraine, calmada. –Madre estuvo de acuerdo también. Y eso es lo único que necesito, la aprobación de ellos, la de mi rey...
-Lory, hermana. Caslius os ama...
-Lo sé. –Dijo Loraine apartando la mirada. –Yo también le amo, a mi manera...
-¿Le abandonareis? conocéis a Caslius por años, sabéis que es un buen mozo, sabéis que será un buen esposo para ti y un buen padre para vuestros hijos. –Defendió Leegan.
-No se trata de Caslius, Leegan. –Suspiró Loraine, comenzando a sentirse fatigada. 
-¿Queréis dejar a un buen hombre por una corona de joyas? –Buscó con sus ojos color esmeralda a los de ella  – ¿Es eso?
-No. –Negó ofendida y acorralada.
-Si es por eso, debéis saber que cometéis la mayor equivocación de vuestra vida. –Leegan sonó como un rey por un momento, imperioso y fuerte.  –Lory, escuchadme bien... 
-¡Basta! No me casaré con Caslius, Leegan. No me convertiré en una Vanhell porque se trate de vuestro mejor amigo. –Soltó silenciando el debate. Su hermano retrocedió un poco.  -Es solo que...
-Solo deseáis ser una reina... –Interrumpió Leegan después de una agria pausa.  
-¿Qué hay de malo si es lo que deseo? –Refutó la princesa, finalmente orgullosa. –Cuando se pidió mi mano para Caslius no logré decir ni una sola palabra sobre el asunto, ni un solo asentir...
-Eras una niña...
-Sí. –Aseveró Loraine con fuerza. – Y ahora soy una mujer, una princesa hija del rey. Una mujer que por primera vez tuvo una voz sobre que puede o no preferir –Alzó la voz recordando que ella también podía sonar como una reina, también podía ser tan imperiosa y fuerte como un monarca. Como su propio destino encaminaba.
-Abandonareis el amor, hermana. –Desaprobó Leegan con un suspiro.
-Los hombres siempre lo hacéis. –Cargó ella. -Que yo elija un trono con un rey sobre el amor de Caslius no despertará la furia de los dioses...
-Pero sí la de los Vanhell -Por primera vez Leegan sonó táctico. Obligando a Loraine a reconocer aquello. Las relaciones entre los Sangre Reales más poderosos del Reino Central nunca habían sido mejor desde su compromiso con el heredero Vanhell. Leegan se sentía derrotado y pensativo, Loraine no alcanzó a saborear su victoria antes de pensar que tenía que ponerse de su lado de nuevo. "La guerra entre la misma jauría solo atrae más guerra" pensó y refinó su postura yendo hasta donde él.
-Sé cuán importante es Caslius para ti, hermano. –Se sentó a su lado. –Verás, los Vanhell se han rebelado contra el anterior rey Drácula, nuestro tío, nuestra misma sangre, lo sabéis muy bien. Que la princesa real perteneciente de la familia que... -Loraine tomó una pausa. -Hizo lo que hizo a una de ellos, es en cierto modo macabro... –Trató de convencer. –En cambio, si cuando os convertíais en rey... aquí y yo en reina en el Oeste. –Solo decirlo hacía que el estómago de Loraine se sintiera vacío gracias a la magnífica ilusión. –Imaginad la paz y los días dorados que le podríamos traer a este reino, a nuestra gente.
-Caslius estará destrozado. –Reconoció Leegan.
-Lo estará. –Coincidió ella ocultando vagamente su indiferencia. –Pero sois su amigo, su mejor amigo. Estoy segura de que podéis explicarle, mencionar que padre...
-¿Qué es mandato de padre? –Dedujo Leegan. –Que es una orden del rey.
-Siempre lo ha sido. Y sabéis ya lo que nos han enseñado, la palabra de un rey...
-Jamás se cuestiona. –Terminó Leegan decisivo.
-Correcto. –Aseguró Loraine complacida. Se levantó sacudiendo su vestido con finura, notando que ahuyentó todo el caos en su cabeza cuando finalmente se enfocó en lo importante. 
-Quiero que sepáis que sois más importante para mí que Caslius, Lory –Comentó Leegan Levantándose. –Estoy seguro de que haréis una solemne reina, habéis sido criada por reinas, después de todo.
-Gracias. –Contestó con una cálida sonrisa. –Ahora, apuraos, preparad todo para la marcha. –Le despidió. -Leegan... -Detuvo a su hermano antes de que saliera. -¿No os interpondréis? ¿Verdad?
-No. Jamás me interpondría en el camino de la futura reina del Oeste. -Terminó y Loraine le dedicó una sonrisa. "Reina del Oeste" pensó "Reina Loraine"

Ocaso del Imperio SangranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora