Tarquin Hillas III

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-¿No sabéis a dónde pudo ir?

-Temo que no, su alteza. -Contestó Sir Jodyn mientras le ajustaba el peto de la dorada armadura.

-Cuando viajasteis juntos, ella mencionó algún lugar, ¿no?

-No. -Respondió apretando las correas. Afuera las cadenas de las anclas eran recogidas y los gritos de los hombres que zarpaban a la guerra, ahogaban cualquier rastro de los tambores, inquietando aún más el corazón de Tarquin. Se sentó y Sir Jodyn le remendó las correas en cada pierna, luego con cuidado pasó a los brazos, codos, antebrazo y hombros, todo separado para no obstaculizarle a la hora del combate. Para el final dejó los guanteletes.

-Si su alteza me lo permite, os podría dar un consejo. -Añadió el caballero cuando terminó. Ese día su soldado vestía una armadura escamosa color gris, con una capa rojiza de terciopelo que bajaba desde el cuello hasta sus botas, en sus hombreras llevaba grabado el emblema de la Sangre Real Hillas, un Halcón de plumas escarlatas y pico negro, que sobrevolaba un sol llameante. Hoy también llevaba el látigo colgado en su cadera.

-Proseguid. -Permitió Tarquin.

-He estado a vuestro servicio desde el despertar de Lady Zahra. Ella, Balban y vuestra alteza os habéis convertido en la única familia que alguna vez he tenido. -Suspiró colocándose frente a él. -Pero también sé que esto es lo más cerca que hemos estado de obtener vuestro hogar de vuelta, de cumplir con vuestro destino. Si os soy sincero no considero que ella vuelva, y creo que es lo correcto.

-¿Por qué?

-Vamos al Continente Unido donde se exterminó a su especie, a su gente. No sería seguro para ella volver allí. -Señaló con la vista el arma escarlata, el príncipe comprendió.

Tantos años fuera de su hogar le habían hecho olvidar lo que Zahra representaba, lo que ella era. Supuso que tenerla cerca lo había acondicionado a estar en paz con sus poderes, en paz con la magia. Sin embargo el mundo no lo estaba todavía. Zahra seguía siendo diferente, muy única y extraordinaria para él pero La Liga de Cazadores de Bestia no descansaría hasta exterminarla como lo hicieron años atrás.

-Comprendo. -Dijo el príncipe Hillas. -Gracias, Jodyn. -Le detuvo antes de que se marchara. -Debo decir que también os veo como mi familia... -Se pausó al pronunciar aquella palabra. Palabras que aún herían. -Descansad y preparaos para el desembarque, nos veremos de nuevo cuando esto acabe.

-Nos veremos cuando esto acabe, su alteza. -Coincidió el caballero marchándose.

Al cerrarse la puerta un sentimiento de nostalgia abrigo el corazón de Tarquin. Obligándole a cuestionarse si realmente Sir Jodyn llegaría a casa con él. Desde hace mucho sentía que cada vez que más cerca estaba de su corona, perdía más y más personas; personas de las cuales soñaba llegar al trono, a las que amaba. Sir Whitebold, Zahra... De pronto detrás de él algo cayó, arrastrando al príncipe a la realidad. Tarquin giró exaltado y con la mano en el pomo de una empuñadura vacía.

-Gata traviesa. -Dijo al descubrir que se trataba de Flora. La felina se hallaba lamiendo sus patitas sobre la mesa. Con su espléndido pelaje blanco cenizo con dispersas manchas café "Aún me quedas tú" pensó acercándose a ella.

La subió a sus brazos y la mantuvo por un largo rato con él, la gatita era dulce y confiada, Tarquin comprendía muy bien porque Sir Whitebold la amó tanto.

Ciertas ocasiones después de pesadillas en las gélidas madrugadas, Tarquin se encontraba así mismo en busca de la gata, quien compartía su cama, y en aquellos pavorosos momentos: Flora se acercaba y frotaba su suave melena en a la mejilla de él hasta que volvía a conciliar el sueño.

-Tenemos que volver a casa. -Le dijo Tarquin. -Se lo prometí a tu padre... a nuestro padre. -Corrigió melancólico. -Si no volvemos a casa todo esto fue en vano... Su muerte habría sido en vano -Se susurró a él mismo. La felina no parecía prestar atención en lo absoluto pero resultó reconfortante para él. -Ve. -La bajó, en el suelo la gata le miró incomprendida y después se marchó a la cama agitando lentamente la cola.

Hillas echó un vistazo a la espada que reposaba sobre su mesa, se acercó haciendo ruido con el acero de su armadura y la desenvainó. "funciona" comprendió cuando el escalofrío recorrió su cuerpo. Se preguntó si sus ojos seguirían amarillos como antes, tan amarillos como los de Flora. "Es hora" sostuvo envainando la mágica espada, luego llamó a Sir Balban y le ordenó convocar a todos los generales de batalla, cada uno de ellos.

Más tarde, cuando Tarquin llegó a la cubierta del barco los hombres le dieron una reverencia. El príncipe percibió el mar salado, "Turbio" supo. En la reunión se encontraban de frente; Sir Nevan con la armadura más ponderosa, de acero negro y salpicada de sangre seca. Se notaba pesada pero el hombre la llevaba como si de la más fina seda se tratase, contempló también su arma, un mazo de cadena, poblado de largas púas. Tarquin contó a varios generales más, ninguno portaba los estandartes de su casa. a diferencias de los mástiles, que ondeaba su estandarte familiar. "Los barcos me pertenecen, estos hombres no".

Caminó a través de ellos hasta llegar a lo alto de la proa. En el barco principal, en lugar de una sirena mostrando los senos como era característicos en los navíos de los Señores de Mar, la proa era adornada con la cabeza de un halcón. "Este avanzara sobre los demás" rumió.

-Su alteza. –Dijo Sir Nevan pero el muchacho no giró a verle, enfocado en las docenas de cientos de barcos sobre el oscuro y oleado mar, con un brillo exquisito gracias a la luna. –Esperamos por vuestra orden. –Avisó el hombre. Tarquin tocó la fría madera, a su horizonte lograba ver la playa. Supo que esta sería la última vez que estaría en aquel continente, aquel que había sido su hogar casi toda su vida. "Embarcó a mi verdadero hogar" pensó. Miró al cielo contemplando la noche estrellada. De repente un amargo susurro le recordó que la noche le pertenecía a los Drácula, para él era el día.

-¿Cuánto tardaremos en llegar? –Preguntó dirigiéndose a Nevan.

-En un día, su alteza. –informó Sir Nevan. –El viento está a nuestro favor, y contamos con los mejores capitanes a mando. –Dijo y los hombres loaron chocando el hierro con los escudos. –Llegaremos a las costas del este atravesando por el mar muerto, las nieblas nos darán cobijo para que el ataque sea sorpresa.

-Bien. -Le dijo Tarquin y se encaminó frente a los capitanes. -¡Os daré instrucciones para que informéis a los demás generales, y los generales a sus hombres! –Les anunció a todos. –¡Quiero que sepáis que el lugar al que iremos es mi reino! –Gritó. –No solo iremos a quitar a los usurpadores, también a proclamarme rey. No hieras a mis súbditos, y seréis recompensados, aquel que me traiga más prisioneros que muertos, será aquel que comparta mi mesa cuando todo esto termine. -Dijo tratando de mirar el rostro de todos. –Se que os prometí una guerra pero no será en mi hogar. No violareis, matareis o trozareis a ningún habitante sin mi autorización y os prometo valientes hombres, que cuando lleguemos a Tierra Sangrante de los Drácula, os dejaré cumplir cualquier perversión que albergueis en vuestra alma. –Endulzó. –Pero primero, ¡recuperemos mi hogar, mi casa! –Gritó y los hombres lanzaron un rugido de aprobación.

-¡Por la Sangre Real Hillas! –Gritó Sir Balban desenvainando su espada y levantándola al aire.

-Por la Sangre Hillas. –Asintió Sir Nevan. –Os juro que vengareis a vuestra familia. –Testificó con una voz que le provocó escalofríos a Tarquin. –Habéis comprado mi espada con oro, su alteza pero os ganasteis mi devoción. Os seguiré hasta que la venganza sea suya. –Silenció la cubierta. -¡Por la Casa Hillas! –Gritó con brío. Y el canto se esparció por sus hombres, luego los demás barcos se unieron y los tambores de guerra empezaron a sonar.

A Tarquin le bastó con mirarlos a todos para saber que les pertenecían, hoy, mañana y hasta cuando el oro le permitiese. Subió su rostro al emblema del mástil "¡Por la casa Hillas!" Pensó "Por mi padre, Torrent Hillas, mi madre Anne Hillas, por mis hermanos y todos los que no llegaran a mi hogar conmigo." Pensó. Los navíos comenzaron a Zarpar al son de los duros tambores. 

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2021 ⏰

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Ocaso del Imperio SangranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora