- ¿¡Qué tú qué!?
- Lo que has oído.
Se sienta despacio, y no me mira. Mi cara es un poema, y mi mandíbula casi roza el suelo. No digo nada, porque no sé qué decir, así que él continúa.
- Quiero que te calmes, que me escuches. No quiero que creas que soy un maníaco o algo, quiero que entiendas el por qué y no quiero que digas nada hasta que acabe. Una vez lo haga si quieres romper, odiarme, matarme, darme una paliza o lo que sea, serás libre de hacerlo.
- Está bien.
Me siento a su lado, y por primera vez en mi vida me da miedo escucharlo hablar. Mantengo las distancias y, aunque intento evitarlo, mi lenguaje corporal es totalmente hostil.
- Como bien sabrás, tuve problemas con las drogas. Este suceso viene de atrás. Cuando supe que tenía un medio hermano mi vida dio un giro radical, y me volví medio loco. Empecé con algunos vicios no tan malos, pero cuando a Effy le dio un coma etílico me convertí en un monstruo. Comencé a consumir drogas más fuertes, quería escapar de todo lo que pasaba en mi vida, sé que no es excusa, pero con mi hermana ingresada en un centro, mis padres culpándome por eso, una mudanza a un lugar donde no conocía a casi nadie… me fui por el mal camino. Así fue como todos me empezaron a conocer: hacía locuras, consumía drogas, me peleaba con gente, me acostaba con chicas, y al día siguiente no me acordaba de nada. Muchas veces ni siquiera dormía en mi casa. Casi nunca dormía en mi casa. Pero ese día decidí hacerlo, y en mala hora. Mis padres estaban al tanto de mis malos hábitos pero, ¿qué iban a hacer? Ese día me había cogido una buena, de todo lo que podía, y quise ir a ver a Effy, que había salido del centro en el que estaba. Estúpida idea. Entre en mi casa, hasta el culo de todo, y fui a saludar a mis dos hermanas. Mi madre trabajaba hasta tarde en el hospital, pero mi padre estaba en casa. Iba al salón a sentarme un rato cuando mi padre me interceptó en el camino, y delante de Emma y Effy comenzó a insultarme, empujarme, pegarme bofetadas. Seguía diciéndome que no podía ir así por la vida, que no podía dejar mis responsabilidades, que no podía abandonar a mi hermana después del daño que la había causado. No reaccione, no hice nada. Deje que me denigrara, que me pegara, me empujara e hiciera todo lo que quisiera. Los golpes no dolían, eran despacio, tibios. Pero se fue enfadando cuando comencé a llamarlo mal padre. Se disponía a darme un puñetazo cuando Effy le saltó encima para pararlo. Él estaba como una furia, y sin darse cuenta, le dio a Effy y ella calló al suelo. En mi cabeza algo se activó, algo me hizo perder el poco control que me quedaba, y me abalancé sobre él. Le pegaba. Fuerte, muy fuerte, cada vez más fuerte. Y Emma y Effy miraban, pero no decían nada. No querían que parara. Seguía pegándole y escuchándolo gritarme que parara, pero yo no lo hacía. De repente sus gritos se apagaron, supongo que perdería la conciencia, pero yo seguí descargando mi rabia contra él un segundo más, hasta que Effy me gritó que parara. Y paré. Me levanté de encima de él, besé a mis hermanas y me fui corriendo de casa. La policía me encontró esa noche, y a la semana siguiente fui a juicio. Perdí porque Emma declaró en mi contra, y estuve un mes en la cárcel. Mi padre tapó todo lo posible, cuando salí se las arregló para eliminar todos mis cargos y hacer que nadie, nunca, supiera donde habíamos estado ese mes, tanto yo como él. Un mes le llevó recuperarse, casi lo mato. Él sabía perfectamente que tenía la culpa, y nunca me hizo disculparme. Me fui de casa a vivir solo y encaucé mi vida bastante bien.
Mi cara es de póquer. Jamás me habría imaginado nada como esto. Nunca. Me dan miedo los sentimientos encontrados que tengo dentro ahora mismo, y no sé si será la mejor manera de reaccionar.
- Ruth… mira… yo dejé las drogas. Jamás he vuelto a tener una pelea tan gorda como aquella, no busco problemas, no soy mala gente, pasé por el intento de suicidio de Effy sin tomar una sola droga. Tú lo sabes joder, tú me conoces, ¿no? Tuve una mala racha, joder, sí. Pero eso es pasado, es mi pasado. Tú eres la única persona que verdaderamente conoce todo mi pasado, la única a la que yo se lo he contado. Porque te quiero, porque me importas, como nunca nadie me ha importado…
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The Outsider. (El rebelde)
Fiksi RemajaEric y Ruth se odian, eso está claro, y es que él es un Durán y ella una Gómez-Quintana, y por eso intentan no hablarse, verse, mirarse... Pero hay un par de problemas para que ellos puedan mantener las distancias: Oliver y Lucía, mejores amigos de...