El fin de una búsqueda

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Las escrituras que leía no lograba descifrarlas, no podía comprenderlas. Ese idioma jamás se me había enseñado, siéndome más frustrante ver lo que él quería mostrarme. Con semblante triste, pasaba las páginas junto con él. Sus manos no paraban de temblar, siempre deteniéndose al deshacerse en el medio de su acción una y otra vez.

Aquellas palabras escritas... Él me juraba que eran suyas que alguna vez habría escrito, aun cuando no lo recordaba, pero esa era su letra y entendía sus palabras y todo lo que decían en estas le hacía helar.

Era molesto tener mi mirada clavada en esas páginas de aquel horrible libro, tan tétrico como la información que tenía, siendo su portada rugosa y deforme por el cuero derruido junto con sus símbolos y figuras malditas que alertaban peligro y desastre. Deseaba quemar esa porquería. Esa maldita cosa que había derrumbado la paz dentro de mi amado.

- Aquí está la prueba... - Hablaba tan lento, teniendo tanto cuidado en cada palabra que salía, analizándolas luego de decirlas – No comprendo cómo o si es que... Había alguna buena razón para todo esto.

Cerró el libro entre nosotros, suspirando frustrado para llevarse las manos a su cabeza y comenzar a sujetarse las púas con fuerza. Meneando la cabeza, contuvo un quejido por la confusión que había llegado a su mente luego de tener esta revelación. ¿Cómo diablos pudo ser él?

- Creo que debo de contarles a Sonic y a los demás – Se levantó del asiento del pequeño escritorio en el medio de la biblioteca, acercándose a los estantes y deslizando sus manos por el dorso de los libros.

- Espera, Mephiles. No puedes hacerlo – Fui tras él, deteniéndole de la mano con sutileza – Se destruirá la poca confianza que te les has ganado si lo haces.

- Por eso tengo que decir la verdad... No puedo ocultarlo, sobre todo a Sonic – Contestó sin verme al rostro, frotándose la cara con su mano – Sonic tenía razón después de todo... Soy un ser maligno desde un principio.

- No digas eso.

- ¡Es!... La verdad – Alzó la voz solo para contenerse y alejarse de mí.

- Pero eso no tiene sentido... No tiene sentido a lo que explico Amy antes. Tu magia y con la de aquel mago oscuro.

- Tal vez puede que me haya arrepentido después de lo que hice... Pero es cierto. ¿Cómo podría planificar alguien más sino yo esta maldición tan retorcida? Siendo específica para esta gente, solo alguien del pueblo, alguien que conociera a la perfección esta tierra pudo descifrar como.

Apretó sus puños, dejando la vista en un punto muerto. Su mirada oscurecida se quería mantener apartada de mi dirección, meneando la cabeza y bajándola. Puede que sintiese repulsión a sí mismo, pero ya había aceptado que sin importar su pasado no podía verlo de otra manera.

- Escucha... Es temprano, tomémonos hasta la noche para meditar esto... - Sugerí con la voz más suave y cálida que necesitase escuchar. Me acerqué y tomé su mano apretada en un temblor, sintiendo como temblaba y resistía a aflojarse – Ah... Solo te diré que a estas alturas... Ya no puedo verte como un monstruo. Ya me has probado lo suficiente como para tomármelo en serio, aun cuando es cierto, eres quien amo más y eso jamás cambiara... ¿Lo comprendes? – Le sonreí, pero él no devolvió el gesto – No creas que... Por ser alguien en vida te hace la misma persona en muerte... Sigues siendo tú.

- ¿Y eso como lo sabes?... – Susurró, percibiendo el nudo en su garganta al pronunciar cada palabra – Yo... Ni siquiera lo sé ya...

La Mansión del Difunto Hechicero (Mephilver)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora