Penitencia marcada

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 Había llegado la mañana, la luz del sol pasaba atreves del cristal de las ventanas, iluminando el cuarto de un bello dorado. Aún permanecía en cama y no pensaba dejarla durante todo el día. Después de toda la odisea del día anterior, lo menos que podía hacer era recuperar fuerzas y... Dormir...

Estaba totalmente relajado, no había dormido así durante mucho tiempo, tan solo me atrevía a abrir los ojos un poco cada vez que me acomodaba mejor en mi cama antes de decidir dormir un poco más; no me importaba si pasaba días durmiendo, estaba totalmente cómodo, nada podía moverme de ahí.

Era simplemente perfecto, relajante, las sabanas estaban tan suaves, la cobija me abrigaba en totalidad y las almohadas eran tan blanditas en ese punto que solo conseguía acurrucarme más. Estaba tan apacible ahí, que podía sentir como las cobijas acariciaban mi cintura hasta mis piernas...

Espera...

Abrí mis ojos, siendo recibido por una fuerte respiración mañanera en mi cara... Mephiles estaba durmiendo delante de mí, rodeándome con sus brazos, acariciándome lentamente en sueños. Me altere al tenerlo tan cerca, erizándome sin poder exclamar algo, reclamar por su atrevimiento... Pero él no estaba haciendo nada malo, solo... Dormía...

Volví a sentir sus manos por mi cintura, estremeciéndome por la sensación que me daba, tomando sus manos para alejarlas de lo que estaba haciendo. Levante la mirada, observando su rostro tranquilo, apacible, algo que me alegraba de ver ciertamente, animándome en acariciar su mejilla, notando como sonreía y se frotaba por gustarle, volviéndome a rodear con sus brazos, acercándome más a él.


- Me-Mephiles – Puse mis manos en su pecho, empujando para alejarlo, incomodo por cómo se tornaban las cosas – Mephiles, despierta.


- Mmmm – Refunfuño, terminando de pegarme a su pecho, aferrándose fuertemente a mí.


- ¡¡Ah!!... ¡Mephiles! – Regañe, no teniendo fuerza suficiente para separarme, atrapado entre sus brazos – Mmm ¡Mephiles, despierta ya! – Aun con mis gritos, él solo frotaba su cabeza contra la mía, acariciando mis púas de manera suave, logrando relajarme – Mephiles... Ah... Para ya... No quiero, solo... Despierta de una vez – Le pellizque levemente, provocando que gruñera y me apretara con fuerza – ¡Haa! Me asfixias ¡Mmh! – Me contrajo contra su pecho, logrando sentir su pelaje blanco en mi cara - ¡Mephiles! – Le palmee los brazos, aun si conseguir que se despertara de su profundo sueño – Te juro que si estas fingiendo todo esto, te torturare, idiota – Gruñí, sin tener respuesta del ente, solo sus caricias y sus frotes contra mi mejilla - ... Demonios... ¿Desde cuando eres tan lindo?...

Al igual que él, me frote contra su mejilla, sintiéndose confortable sentir como él igual se movía para sentir la mía, escuchando como ronroneaba por ese simple gesto, aquella sensación de estar a gusto. Sonreí, sintiendo mi cara arder, temblando levemente por sentir aun sus manos pasar por mi melena, acariciándome con sus garras, exhalando aliviado por lo bien que se sentía, acurrucándome en su pecho en busca de su calor y más de sus mimos.

Sus caricias se hicieron lentas, casi deteniéndose, sintiendo luego en mi hocico como topaba con algo peludo y suave, dándome cuenta de que la ropa de Mephiles se desintegraba, mostrando su pecho descubierto.


- ¡Aah! ¡Mephiles! ¡Vuelve a cubrirte! – Pedí nervioso, volviendo a intentar separarme de él, sin conseguirlo aun.

La Mansión del Difunto Hechicero (Mephilver)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora