Tres en busca de respuestas

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 Esa noche no hubo ningún preámbulo de despedida o preparación. Nada mas llegue y toque la cama, y me desplome con mi ropa sucia y rota, encontrándome tan agotado para incluso arreglarme antes de dormir, incluso para el ente, que sin pedir permiso, se hecho a dormir en la orilla de la cama, soltando ronquidos tan ruidosos como lo podía soltar un tipo de su tamaño.

La mañana resulto tranquila. Después de desayunar, nos quedamos en la habitación, buscando en los libros alguna pista que nos guiara hacia la persona más cercana consanguíneamente a los primeros pobladores de Roublin. Ojeaba un viejo libro sobre enlaces de emoción a perfusión de magia, estudiándome bien cada página por haber experimentado de cerca con este tipo de poder, preguntándome, si se podía crear un hechizo muy fuerte al combinar varias emociones; pero según el libro, solo mostraba que formaría un desequilibro del balance mente y cuerpo, destruyendo todo a su alrededor.


- Oye, Mephiles... - Estando sentado en el suelo, llame, aun sin despegar la mirada de las hojas - ¿Por qué todos en el pueblo dicen que eras un brujo?


- No lo sé, Silver. Y realmente no me gustaría pensarlo mucho. Solo te puedo asegurar que era cualquier otra cosa menos un brujo – Respondió con tono molesto – Deja de distraerte y continua con tu lectura.


- Si, ya sé, pero... Lo que vimos aquella noche sobre la maldición no tiene sentido – Cerré el libro, sentándome en posición de indio, viendo donde Mephiles que estaba sentado en una silla – Primero que nada. Tu padre es el fundador del pueblo, según hemos comprobado por otros libros, lo cual te daría el apellido de... Roublin ¿O no? – Inquirí, viendo pensativo hacia el techo cruzándome de brazos – Segundo... Al ser hijo del fundador, si te hace dueño de la mansión y de sus tierras... ¿Por qué entonces habrán dicho que eras un brujo mentiroso?...


- Silver, no le des tantas vueltas al asun-


- ¡Tercero! Eso quiere decir que alguien tomo el nombre de tu padre, se hizo pasar como el fundador ¡Y altero la historia! – Termine de decir, golpeando mi puño con mi palma, habiendo resuelto el rompecabezas - ¡Y puede incluso esa misma persona ser el que coloco la maldición a la mansión! Tratando de inculparte con aquella leyenda...


- ¡Silver! – Dijo en un tono de regaño, haciéndome callar y apagar la emoción que tenía – Ya te dije una vez, que yo fui el que puso la maldición en la mansión – Se cruzó de piernas, apoyando su cabeza con su mano en la reposadera, viéndome con mando – Ya me he hecho a la idea de cantidad de teorías y explicaciones de cuál fue la razón de la maldición... Esa, que acabaste de mencionar, es la que más concuerda entre mis especulaciones... Solo que hay una cosa – Cerro el libro que tenía en manos, dejándolo caer al suelo – Mi padre no se llamaba Roublin. Roublin era el nombre de un grupo de magos, los cuales dejaron de existir cuando se creó el pueblo – Hizo levitar un libro con cubierta caoba, entregándomelo para que leyera sobre ellos en una de las páginas – Lo hicieron a honor por el grupo, he de suponer... Lo cual también me hace suponer, que algunos de los originarios de este grupo fue uno de los que cometió las atrocidades que mostro la maldición.


- ¿Si sabias todo eso por qué no me dijiste nada? – Pregunte mostrando molestia en un ceño.


- Porque no quiero suponer cosas aun... No hasta poder confirmar una milésima parte de todas esas ideas – Tomo otro libro de enorme calibre, viendo hacia las páginas con un semblante cansado, triste – Y tú tampoco deberías de hacerlo... Ni siquiera se con exactitud qué fue lo que ocurrió.

La Mansión del Difunto Hechicero (Mephilver)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora