𝙚𝙡𝙚𝙫𝙚𝙣: 𝘥𝘦𝘱𝘵𝘩𝘴.

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El día era soleado, los árboles se tambaleaban de un lado a otro, meciéndose de forma suave pero tranquilizante, y el agua del río era transparente

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El día era soleado, los árboles se tambaleaban de un lado a otro, meciéndose de forma suave pero tranquilizante, y el agua del río era transparente.

Había una dulce chica. Reía, se divertía demasiado mientras flotaba bajo el agua. Se sumergía, permanecía unos segundos en el fondo del helado río, hasta que el aire hacía falta en sus pulmones y regresaba de nuevo a la superficie.
Fue entonces que un chico de cabellera negra, entró a la escena.
-¡Lamento haberte hecho aquello!-gritó, corriendo al río.
La chica río suavemente. Colocó sus brazos en la tierra, sin importarle el que se ensuciaran.
-¿Qué lamentas?-preguntó mirándole, realmente no le entendía. Había disfrutado de un maravilloso día, pero en realidad, sus días habían sido maravillosos desde hace un verano.
-Haberte hecho esto.-susurró mirándole al rostro. Le ardía en el corazón todo el dolor que había causado.
-Eso no soluciona nada, cariño.-sonrío la chica débilmente, realmente no tenía maldad. Entonces llegó el sol, le daba justamente en sus rizados y claros cabellos.
El chico volvió a llorar, sentándose frente a la pequeña chica. Ella simplemente limpió sus lágrimas.
Hasta que una fuerza interna le jaló bruscamente las piernas. Alejándola de Thrindall, él mismo tomó su brazo, intentando no alejarla.

Demasiado tarde. Thrindall cayó a las aguas, que inmediatamente se tornaron de sangre. Éste intentó nadar con todos sus intentos pero algo comenzó a jalarle de las piernas.
-Él te quiere en su puerta.-una voz proveniente del fondo gritó, retumbando por todo el lugar con su fuerte, poderosa e imponente voz.

Fue entonces que dos personas aparecieron. Las aguas empezaron a correr demasiado fuerte.
Unos pequeños y delicados pies empezaron a correr. Se percataron de su amado, estaba luchando pero se estaba ahogando en el río. Fue entonces que corrieron hasta él, se colocaron cerca del río, y con una mano intentando tomarse.
-¡Richkly!-gritaba Thrindall, intentando salvarse. Fue entonces que logró tomarse de las manos con Richkly, quien le ayudó a subir nuevamente. Éste le abrazó demasiado fuerte. Casi morían.
-Por favor ámale como sí me hubieses amado a mí.-susurró Rich.
-¿Qué dices...?-decía Thrindall, pero una fuerte oleada de viento empujó a Richkly, haciéndole caer de golpe.

Thrindall inmediatamente ofreció su mano, pero la fuerte marea arrastraba a Richkly como sí fuese la ramita de un árbol.
Thrindall corrió el riesgo. Volvió a meterse al agua, tratando de acercarse a Richkly.

Unos ojos curiosos miraban desde lejos, juzgando con su mirada y su pensar, los pequeños detalles.
Pero después de varios minutos, Thrindall pudo rozar sus dedos contra los de Richkly, e iba a tomarle cuando algo estrepitosamente doloroso...
Le despertó.

Thrindall se despertó de golpe, se levantó de la silla, se había quedado dormido en ese momento. Fue entonces que la figura de Richkly empezó a convulsionar.
Thrindall inmediatamente empezó a presionar el botón del control que tenía a su lado, que era únicamente para este tipo de emergencias, pero la desesperación le hizo salir de la habitación.
-¡Un doctor!-gritó alarmado. El pasillo se miraba completamente vacío. Bajó las escaleras abrumado, y inmediatamente vio correr a una doctora.

-¡Dios, Rita! ¡Sandra! ¡Habitación 3096!-gritó la doctora entrando de una de las grandes puertas del hospital, subiendo rápidamente las escaleras.
-¿Qué sucede?-exclamó Thrindall, empezando a correr detrás de la doctora y las enfermeras.
Fue entonces que llegaron a la habitación en la que estaba Richkly.
Thrindall intentó pasar, pero una de las enfermeras le prohibió el paso.
-¡Soy su novio! Debo de estar con él.-gritó Thrindall, mirando a Richkly seguir en las convulsiones.
-Se suponía que solamente los familiares tenían acceso a su información. No dijeron nada de pareja.-habló confusa la joven enfermera-Seguridad a la 3096, chico de cabello negro con ojos azules, alto, delgado.-susurró la enfermera con un woki toki, tratando de prohibirle el paso.
La enfermera se dio cuenta de cómo Thrindall había entrado sin consentimiento de los padres, lo que preocupó bastante, y también lo que podría caer en picada debido a esa acción estúpida, infantil e inmadura de su parte.

La enfermera se dio cuenta de cómo Thrindall había entrado sin consentimiento de los padres, lo que preocupó bastante, y también lo que podría caer en picada debido a esa acción estúpida, infantil e inmadura de su parte

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𝐸𝑙 𝑚𝑎𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝘩𝑎𝑏𝑖𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠. - gay. (𝐂𝐅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora