Capítulo XI.

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- Si

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- Si... Si quiero... -

El bicolor abrió la caja y vió un dildo de silicona.

- Morado? - preguntó con una sonrisa burlona.

- Que importa el color? - desvío la mirada, avergonzado.

- Piensas en Mineta mientras te masturbas? -

- Que mierda? Claro que no! Que tiene que ver el color? -

- Podría haber sido rojo, o blanco, o azul, quieres que me sienta celoso? -

- Acaso puedes sentir eso? -

- Lo hago, siempre estoy celoso, cuando cualquier persona te habla me da celos, pero es un sentimiento tóxico, e incluso antes de leer los consejos sabía que no tenía que exteriorizarlos, ya que confío en ti, pero es inevitable no sentirlos -

- Los consejos? -

- Olvídalo, nos estamos desviando del tema principal -

- Cierto, bueno... -

- Bien... Vas a desnudarte o también tengo que ayudarte con eso? -

- Shouto! -

- Que? -

- No digas cosas tan desvergonzadas -

- No te gustan? Porque esa erección dice otra cosa - se burló, viendo cómo el menor cubría su hombría.

- Yo... -

- Bien, si prefieres que yo te desnude... -

- No! Yo lo hago, está bien... - lo detuvo, comenzando a quitarse la camisa, dejándole una maravillosa vista al heterocromático de unos abdominales perfectamente marcados y unos "pectorales" enormes, con unos rosados e hinchados pezones, debido a que hacía un rato los estuvo chupando con total gusto.

Desabrochó su pantalón y se lo quitó, al igual que las medias, quedando solo con un pequeño y apretado boxer, que marcaba muy bien su abultado miembro.

- Creo que te faltó algo - dijo el bicolor, viendolo desde la cama.

- Tú no vas a quitarte nada? -

- No -

- Pero... Es injusto... -

- Te da vergüenza que te vea el pene? Te lo ví hace un rato, y te lo chupé Katsuki, en ese momento no tenías vergüenza, no? - preguntó, haciendo que toda la sangre del rubio se vaya a su rostro.

- Yo... Es que hace rato estaba muy caliente y no pensaba bien lo que -

- Quieres que vuelva a calentarte? -

- No... Me lo quitaré... - Susurró, bajando lentamente la única prenda que tenía, hasta quedar totalmente desnudo.

- Dios... No te imaginas cuántas veces te imaginé así... Ven aquí - ordenó, viendo cómo el menor caminaba hacia él, jugando con sus dedos - Vamos, siéntate aquí - le dijo una vez estuvo frente a él, haciendo que el ojicarmín se montará en su regazo - Puedo? - preguntó acercando sus manos a las piernas del más bajo, viendo cómo asentía, y por fin lo tocó, con sus grandes y ásperas manos, subiendo a sus caderas, bajando nuevamente, pero para apretar con fuerza su trasero.

Malditamente cursi - TodoBaku. [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora