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Capítulo cinco

Tamira:

Salió de la ducha, tras estar ahí dentro aproximadamente media hora. Odiaba llegar del instituto y sentirse sucia. Era la peor sensación del mundo. Se cambio y se puso algo cómodo para estar en casa. Bajó las escaleras para ir a la cocina en busca de algo que llenara su estomago. Justo antes de entrar a la misma, divisó a su hermano sentado frente al televisor, mirando entretenidamente el mismo. Rió por lo bajo al escuchar lo que era. ¡Oh, si! Su hermano era un cerdo, patán y futuro director de películas caseras.

- Enanita de jardín, ¿Me pasas una cerveza? - le preguntó sin dejar de mirar la tele.

- Ahí va - le dijo ella y entró a la cocina.

Se dirigió hacia el refrigerador y busco lo que él le pedía. Y para ella tomo una manzana y chocolate. Era lo único que había. Tenía que ir a hacer las malditas compras. Cerró la puerta del refrigerador y fue hasta la sala. Se sentó al lado de su hermano.

- ¡Por el amor de dios! ¡Quita eso! - le dijo asqueada y dejó de mirar la pantalla.

- Si no te gusta, vete - le dijo él y tomó la cerveza.

- Si no lo quitas le diré a Marilyn que el otro día llamó una tal Pamela - le dijo pronunciando moduladamente el nombre de la última. Ron la miró nervioso.

- No, no serias capaz - dijo mirándola fijo.

- ¿Quieres comprobarlo? - le preguntó.

Gruñendo por lo bajo, él tomó el control y quito la película.

- Hace un rato llamo mamá - le dijo él. Ella se giro a verlo.

- ¿Qué dijo?

- Dice que hoy tampoco vendrá - Tamira lo miró bien y gruñó por lo bajo poniéndose de pie.

- Esto no puede seguir así - dijo ella.

- y ¿Qué quieres que haga?

- ¡Trabaja, Ron! ¡Trabaja maldita sea! - dijo elevando la voz, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

- ¡Ella es la que quiere hacer eso! - le dijo él elevando la voz también.

- ¡Es que no le queda otra, Ronald!

- ¡Claro que le queda otra! ¡Lo que pasa es que todavía no has aceptado lo que es nuestra madre!

- ¡Eres un bastardo! - le gritó sin dejar de llorar - ¿Acaso aun no has entendido? Mamá se esta muriendo, mamá tiene cáncer. A las personas con cáncer las discriminan en los trabajos normales.

- ¿Y piensas que estando aquí se va a salvar? - le preguntó con los ojos humedecidos.

- ¡Yo quiero a mi madre aquí! ¡Conmigo! ¡No quiero que ande en la calle con cualquiera! ¡Solo para mantenerte a ti y a mí que no valemos nada! - le gritó.

- ¡Por su trabajo es que estamos aquí! ¡Yo no le pedí venir al maldito mundo! - dijo alterado.

- ¡Ni yo! ¡Pero no por eso voy a dejar que se muera así por que si!

𝗘𝗹 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗮𝗺𝗼𝗿 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝗱𝘂𝗲𝗹𝗲 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora