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primeros problemas

Tamira:

Todo daba vueltas a su alrededor. Los números, las cuentas, su madre, su hermano, su vida. Sacudió levemente su cabeza y trató de concentrarse.

Luego de estar más de una hora escribiendo y borrando, al fin terminó. Como siempre ella era la primera. Se puso de pie y le entregó la prueba a la profesora.

Muy bien, Tamira - le dijo la misma y tomo el papel - Espero, como siempre, una buena nota de usted.

- Fenómeno - escuchó el murmullo de una de sus odiosas compañeras de curso.

Sin prestarle atención volvió a su asiento. Pronto su Castaña amiga terminó también. Entregó y se sentó a su lado.

- ¿Cómo te fue? - le preguntó.

- Espero que bien - dijo ella y miró hacia la señora Dorreman, que ya había comenzado a corregir los exámenes - Y ¿A ti? ¿Cómo te fue?

- Como siempre. Esto no es complicado para nosotras, Tamira. Déjale ese papel al monumento a la estupidez - dijo refiriéndose a Nessa. La que anteriormente había hablado - Necesito fumar un cigarrillo ¿Tienes?

-En el auto - le dijo. Chynthia se puso de pie.

- Señora Dorreman, ¿Podemos salir afuera, ya que hemos terminado? - le preguntó a la profesora.

- Claro, alumnas - le contestó ella.

Tamira se puso de pie y tomo su bolso, en el cual tenía las llaves de su auto. Sin eso, Chynthia se pondría más que histérica.

- Si, juntitas - dijo uno de los chicos por lo bajo provocando que todos rieran.

Chyn se giro a verlo. Y no era nada más, ni nada menos que él.

- Bien que te gustaría pasar una noche junto a nostras dos, ¿no es así Quinton? Eso fue lo que me dijiste el otro día en la clase de gimnasia - le dijo la Castaña. Todos rieron de nuevo.

Tamira rió por lo bajo, sabía cómo le gustaba a Chynthia provocar a Quinton Grigg. Más porque era el novio de Nessa, quien miró sin poder creerlo a su novio. Ambas salieron de allí y rieron divertidas.

Te encanta provocarlo, ¿no es cierto? - le dijo Tamira sin dejar de reír.

- No, solo me encanta la cara de terror de Nessa - dijo y rió más aun.

Llegaron al estacionamiento del colegio. Se subieron al coche y cada una se prendió un cigarro. Después de todo si tenían una adicción.

El cigarrillo. Ninguna de las dos tomaba, desmedidamente. Ninguna de las dos se drogaba, ni lo habían probado alguna vez. Era algo que ninguna tenía la intención de probar.

Pero, si fumaban. Era algo que no podían controlar.

Se había vuelto su vicio. Un vicio compartido, un vicio de amigas.

- Ah, esto era lo que necesitaba - dijo Tamira dejando que el humo saliera de su boca.

- Yo también - dijo la Castaña, copiando su acto - Oye, tu auto necesita una mano de pintura.

𝗘𝗹 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗮𝗺𝗼𝗿 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝗱𝘂𝗲𝗹𝗲 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora