CAPÍTULO 79

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EL ERROR DE

SER HUMANOS

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A cántaros el agua caía del cielo, el resoplar helado del viento quemaba la piel. La oscuridad de la ciudad se expandía haciendo que la penumbra ganara su primer puesto en los corazones de la gente. No se trataba de una noche lo suficientemente bella como para ser apreciada, pero de igual manera quedaría guardada en la memoria de unos cuantos.

La araña no tenía alternativa, estaban siendo obligados a retroceder hacia su guarida una vez más. Pakunoda era quien sola tuvo que abandonar el hotel donde se encontraban. Ella, atrapada en el sufrimiento de su mente, avanzó a donde se le fue indicado. Sin mirar detrás, la rubia estaba dispuesta a dar su vida por el líder si fuese necesario.

Kurapika se había desquitado con Chrollo, el hombre se había cenado un buen golpe en todo el rostro por seguir con sus molestos comentarios en voz monótona. Seren intentaba distraerse viendo como las gotas chocaban, deslizaban y salían despegadas del vidrio del auto una vez más.

El joven de cabellos amarronados jugaba con un mechón de su cabello, en algunas ocasiones lo hacía al estar nervioso o pensante. Chrollo lo había estado mirando durante unos minutos, estaba claro que lo analizaba. El pelinegro no había sentido el nen del joven, porque si fuera así en segundos notaría que se trataba de Seren. El líder estaba con sus labios cerrados desde que su mejilla fue golpeada, ya no había mucho que decir. Para él solo quedaba esperar y confiar en los demás miembros.

Seren miró de arriba abajo a Chrollo, la verdad que las cadenas en su cuerpo no estaban nada mal. Cuando estaba tranquilo, lucía como un hombre de bien... nadie diría que tenía la sangre de miles manchando sus manos.

— Llama y pregunta por los chicos. Los que restan de la araña podrían seguir el auto con facilidad si así quisieran. —Dijo el castaño sin cambiar su posición.

El rubio sacó su teléfono luego de asentir con su cabeza, el hizo lo solicitado ya que era lo más lógico. El muchacho no estaba para negociar, él estaba en posición de dar órdenes y la araña calladita debería aceptar. Kurapika logró que los rehenes pudieran charlar, de otra manera los miembros del grupo se podrían imaginar cuál sería el fin de su querido líder a pesar de que este "no le importara" el hecho de morir.

— ¿Están todos ahí? —Fue corto y al pie. El auto estaba en completo silencio cuando Kurapika alzaba la voz.

— Lo están, al menos por ahora. —Respondió el Zoldyck— Están hablando de ir tras Pakunoda...

— Cuidado con lo que dices, mocoso. —chisteó Phinks por ver que la boquita del joven estaba andando suelta y contando cosas que no debería. El mayor le quitó el teléfono para llevárselo a su oreja— ¿Hola?

— Tienen treinta minutos para volver a su escondite. Pueden intentar algún truco si quieren, pero su líder morirá. Volveré a llamar más tarde. —Sentenció y no dio tiempo a contestar. Lo dicho había sido escuchado, si querían a su jefe y compañera con vida debían cumplir.

El auto había llegado a su destino, su nuevo transporte los esperaba. Todos se bajaron, Kurapika llevaba al jefe con cierta violencia... se notaba el odio que pasaba por sangre desde kilómetros de distancia. Las cadenas envolvían por todas partes al adulto para evitar que hiciera algún movimiento insensato en cualquier momento, el rubio no quería poner en riesgo a aquellos que tenía cerca.

ǁ Inhuman ǁ Hunter x HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora