CAPÍTULO 40

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ILUSIONES

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Seren y Killua se movilizaron con sigilo hasta llegar el piso indicado. Que digamos no fue muy difícil ya que ambos poseían las características de un asesino profesional, caminaban evitando cada minúsculo sonido y escondían su presencia con total excelencia. No había nada que criticarle a estos dos, ambos llegaron a destino sin siquiera ser notados por ningún trabajador del coliseo. Seren cargaba como parte de ella su fiel amigo filoso, aquel de mango violeta, su favorito. Killua nunca entendía como ella lo escondía, pero tampoco necesitaba saberlo.

Caminaron por aquellos pasillos alfombrados y de color rojizo, hasta toparse con una traba más en su camino. Un trabajador estaba parado deteniendo el paso a cualquiera que intentase, quizás Kastro era más conocido de lo que ellos esperaban. Aquel hombre regordete y de nariz exuberante se paraba con firmeza destinado a hacer guardia. Tal importante era su función que hasta un cartel de "PROHIBIDO PASAR" lo estaba acompañando.

Los dos jóvenes se escondieron tras una pared, cruzaron miradas y Killua tomó la iniciativa. Saco una pequeña moneda, de quizás un centímetro de diámetro, y la arrojó con total brutalidad al otro lado del pasillo. Ahí estaba su cortina de humo, debían avanzar. Utilizaron la confusión del pobre hombre al ver tremendo hueco en la pared y se dedicaron a hacer lo que ellos querían. Cuando el trabajador pudo darse cuenta los dos ya estaban cruzando el otro pasillo con total normalidad, eran rápidos.

—Killua me quedo aquí, luego te alcanzo. —Aviso Seren y apoyo la pierna en la pared del pasillo.— Claro, siempre y cuando mi princesita albina no desee lo contrario.

—Mejor por mí.  —Comentó luego de sacarle la lengua siendo un total infante, luego coloco sus manos en los bolsillos y siguió su travesía. Seren desde apenas doblar pudo divisar la puerta abierta, era como mínimo sospechoso, por lo que ella se quedaría en las sombras y serviría de apoyo si algo malo pasaba. Si a Hisoka le interesaba este tipo como para pelear, él no era un don nadie.

Killua avanzó mirando todo a su alrededor, como si fuera que todos los pasillos no eran una jodida copia y pega uno del otro. Avanzo en silencio hasta que noto lo mismo que Seren varios metros atrás. "Allí está" pensó y luego con una sonrisita empezó a movilizar sus piernas hasta aquella puerta semi-abierta. Oculto su presencia de manera total y se dignó a cumplir con aquello que había dicho la morocha. Se escondió tras el marco, dejando que solo un poco de sus ojos vieran la situación en la que el hombre se encontraba. Kastro no hacía nada más que estar cruzado de piernas en un sillón de terciopelo rojo, sus manos una encima de la otra estaban en la rodilla superior y sus ojos estaban cerrados, casi como si estuviera dormido. Un aura tranquila lo rodeaba, no parecía para nada agresivo.

—¿Necesitas algo? —Consultó el albino mayor ganándole un hermoso susto a Killua. Ahí estaba el movimiento que Seren esperaba, así que tomaría manos en el asunto. El de capa amarillenta se había colocado en un veloz movimiento detrás del Zoldyck, fue rápido, pero no tanto como el presidente de la asociación de los cazadores. Al albino menor la sudoración en sus palmas y rostro le jugaba en contra. Él no podía creer que hace segundos estaba en el sofá, y a pesar de no desviar la mirada, Kastro había desaparecido, abierto la puerta y colocado detrás de él sin llamar la atención hasta el minuto donde el hombre habló.

—B-bueno, esperaba obtener un autógrafo. —Afirmó con un leve temblor en su voz, el niño seguía impactado. No obstante, había creado una mentira muy rápidamente. Algo que tanto Seren y también era buen.

ǁ Inhuman ǁ Hunter x HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora