Lágrimas y Reencuentros

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No me lleva demasiado tiempo llegar hasta aquel muro de rocas y una vez allí las escalé rápidamente hasta llegar a una pasarela de arena entre dos de las más grandes del lugar. Tampoco se me hace difícil encontrar aquel lugar tan preciado para mí. Allí, en el centro de la roca más grande se encuentran nuestros siete nombres, algo erosionados por el mar y el viento, pero aún ahí.

Mi mano tiembla mientras la acerco a la roca y la nostalgia me corta la respiración. Con delicadeza, como si fueran a desaparecer con un simple toque, remarco cada uno de nuestros nombres y sonrió inconscientemente. Las lágrimas comienzan a correr, imparables por mis mejillas y al igual que hace cinco años soy incapaz de acallar mis sollozos.

De un segundo para el otro, soy arrancada de aquella roca y alejada de allí. Mi brazo es tironeado con fuerza y soy empujada contra una de las rocas que me rodean.

¿Qué diablos?

La confusión y el enojo me consumen. Con movimientos rápidos, seco mis lágrimas y lanzo un suspiro de molestia al aire. Frente a mí se encuentran seis chicos o tal vez hombres, cada uno de ellos me observa seriamente. Dos de ellos incendiándome con la mirada y el resto simplemente observando con atención.

-¿Quién diablos eres? ¿Qué diablos haces aquí?-Me cuestiona un morocho, mientras toma un paso hacia mí. Lo observo, ahora curiosa. Esa mirada, esa voz. Es el ¡son ellos!

-¿C-chicos? ¿Acaso son ustedes?-Es mi única respuesta. Lágrimas inundan mis ojos nuevamente ¡No puedo creerlo, realmente están aquí! De la emoción, no puedo evitar dar un paso hacia adelante. Ellos, sin embargo, aún alertas por mi presencia responden retrocediendo la misma distancia. La confusión ha pasado a cubrir sus rostros.

-¿A qué te refieres? ¿Acaso nos conocemos? ¿Quién eres?-Pregunta el que reconozco como Chase. Sus miradas se centran en mí, intentando descubrir quién soy y qué hago aquí. Con mi mirada observo a cada uno de ellos, reconociéndolos. Han crecido tanto, han cambiado también, eso es evidente pero en sus ojos puedo ver a los mismos niños de hace cinco años. Aquellos que tanto he extrañado. Aquellos que tanto amo.

Mi mirada se posa en Michael, tan rubio y de ojos azules como lo recuerdo. Intento nuevamente:

-¿Mickey? Soy yo. Vamos chicos, prometieron no olvidarse de mi-Les digo, la desesperación es clara en mi tono.

Solo les lleva un par de segundos darse cuenta de quién soy en realidad. Poco a poco la mirada de cada uno de ellos, adquiere una luz de reconocimiento. Ya no se encuentran más tensos ni alertas, sus bocas antes fruncidas se estiran en sonrisas gigantescas. Mickey es el primero en tomar un paso hacia mí, aun impactado.

-¿Sky?-Cuestiona, intentando asegurarse de que soy yo en realidad. Asiento con lentitud, mientras las lágrimas siguen cayendo y una sonrisa empieza a formarse en mis labios-¡Sky!-Exclama. Son segundos los que tarda en correr hacia mí, con el único propósito de abrazarme. Mi respuesta es cubrir la distancia que nos separa y abalanzarme sobre él, colgándome de su cuello y presionándolo contra mí.

Tan pronto nos separamos, otro par de brazos ocupa su lugar. Su barbilla se apoya contra mi cabeza y soy estrujada tan fuerte como es humanamente posible.

-Oh Sky, no sabes lo mucho que te he extrañado-Dice sollozando.

-Yo también, Josh, yo también-Digo separándome de él.

-Sky...-Titubea Bryan, como si no creyera que me encuentro frente a él-¡Por dios Sky, estás aquí! En serio estás aquí-Solloza mientras me levanta en sus brazos, dándome vueltas por el aire.

-Ya estoy aquí. No me iré-Digo riendo, intentando liberarme de su agarre.

En cuanto me separo de él, dirijo mi mirada a Chase dedicándole una tímida sonrisa. Él responde con el mismo gesto, mientras acerca su mano a mi mejilla para acariciarla. Su tacto me devuelve infinitos momentos juntos y todo aquello que me faltaba recordar.

De Vuelta en CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora