Amigos, Enemigos y Talento

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La mano de esta persona aún se encontraba sobre mi brazo, su fuerza aumentando y yo seguía sin hablar. No solo porque me preguntaba qué mierda quería conmigo sino también porque...bueno pues si ustedes estuvieran en frente de alguien como ella, ¡tendrían la misma reacción!

¡Vaya suerte la mía!

Frente a mí se encontraba una rubia, plástica, oxigenada. Igualita a la de las películas, casi como una reencarnación de la mismísima Regina George. Portaba unos tacones rojos tan altos que, de llegar a caerse, le romperían el cuello, su mini falda era blanca y cuando digo que era una mini me refiero a que apenas era capaz de cubrir el primer cuarto de sus largas piernas ¡Era diminuta! Su outfit estaba complementado con un top rojo, del mismo tono de sus zapatos, que dejaba a la vista unos considerables senos. Por último, su cara se encontraba camuflada de maquillaje y estaba aplicado tan perfectamente que incluso un profesional estaría celoso.

Ahora, debo decir que de haber sido cualquier otra chica, en cualquier otra situación, le hubiera preguntado sobre la marca de sus zapatos o cómo había aprendido a maquillarse tan perfectamente, porque créanme que es difícil. Sin embargo, yo soy yo y además la niña estaba mirando como si le hubiera robado algo, lo cual no había hecho. Su ceño se encontraba fruncido y una mueca de asco estaba más que presente en su rostro. Sus ojos me escanearon de arriba abajo, lo que provocó que me soltara el brazo con rapidez, como si fuera a contagiarle algún tipo de enfermedad

Vaya perra.

-Yo que tú la próxima vez, miro bien por donde camino-Dijo con tono de amenaza. Moví la cabeza para un lado, confundida por su dramatismo, ¿a esta que le pasaba?

-Oye tranquila, estaba un poco distraída nada más. Tampoco es para tanto, ninguna de las dos salió lastimada-Le respondí, intentando seriamente descifrar qué le pasaba. Un sonido casi de sorpresa salió de su boca y su cara se transformó en una de indignación pura.

-Deberías aprender a tener un poco más de respeto, ¿sabes? Sobre todo hacia mí-La mire confundida-Estás hablando con la capitana de las porristas, querida-Dijo en un tono egocéntrico y yo no tuve mejor idea que rodar los ojos, lo que faltaba, la reina de la escuela haciendo una escenita en medio del pasillo. Tan solo pensar que mi único objetivo había sido encontrar la cafetería y poder comer algo antes de mi próxima clase, como si fuera tan fácil.

-¡Oh, dios mío! Como no me di cuenta antes, ¡tú eres la capitana de las porristas! ¡Qué falta de educación la mía! Perdóneme su majestad, esta plebeya no pudo reconocerla-Dije desbordando el sarcasmo, mientras realizaba una pequeña reverencia-No me jodas. No estoy de humor para niñerías y tú ya estás medio grandecita para actuar como la reina de papa. Mejor piérdete-Continúe, provocando que su rostro se volviera rojo por la cólera. Debo admitir que contener la risa fue difícil al verla de ese modo.

-Mira niña estúpida, no sé de qué vas, ni quien te crees, pero no te emociones, la fama no es para siempre. En unos días estarás entre las sombras, como el resto y todo el mundo te olvidara-Escupió enfadada y dando una media vuelta y se perdió en el pasillo.

-Lo mismo podría decirte a ti, en ese caso-Murmure para mí misma, pues ella ya había desaparecido por completo de mi vista. Me encogí de hombros restándole importancia y seguí caminando. Cuando la gente está así de loca, de nada sirve amargarse. Además, ¿quién diablos era ella?

Ya llegando a la puerta de la cafetería, vuelvo a encontrarme con el pelinegro de esta mañana. Sí, es correcto. El mismo idiota que me llamo prostituta, lo único que esta vez él es el que está acorralando a alguien contra los casilleros. Debo decir, ¡vaya que ironía! Sin embargo, la diversión desaparece tan pronto me doy cuenta que quien está acorralando en realidad, ¡es Jackie! La chica con la que había estado en la peluquería hace unos días.

De Vuelta en CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora