Mi nombre es Alan, Alan Jeffrey. Soy un chico procedente de Francia, tengo dieciséis años. Me gusta el cine, los videojuegos y todo lo que tenga que ver con estar encerrado. Tengo una muy buena relación con el tema de los ordenadores, la tecnología siempre se me ha dado bien. Soy un chico de aspecto delgado, con el pelo castaño, con ojos azules y con un tono blanquecino de piel. No es demasiado blanca desde luego, estaría al límite del moreno, pero sin llegar. Mi relación con mis padres no es del todo buena, nos llevamos bastante mal. Las relaciones en casa nunca han sido demasiado agradables, ellos piensan que no les quiero, pero en realidad los quiero con locura, aunque a veces pienso que soy yo el que no es deseado en la familia. Esta duda se resolvió hace poco, cuando mis padres decidieron meterme en un colegio internado donde muchísimos estudiantes vivían allí y a la vez estudiaban. El instituto de Educación Secundaria Kadic no aparentaba ser un buen lugar para vivir. Cuando recibí la noticia por parte de mis padres no podía llegar a creérmelo. Sin duda alguna la incertidumbre de saber si verdaderamente me querían se había esfumado por completo. Ellos seguían diciendo que todo esto lo hacían para que sacara mejores notas y tuviera un mejor futuro, pero ya no me creía todas aquellas mentiras. Este año cursaría el curso de cuarto de la ESO, había repetido un curso y esa había sido la excusa perfecta para mi partida hacia Kadic.
Mis padres sin sensibilidad alguna me dejaron en la puerta del centro, en aquella puerta pude fijarme en como los otros chicos salían de sus coches para entrar, todos se despedían con cariño de sus padres, sin embargo cuando me quise dar la vuelta para despedirme simplemente me dijeron "Que tengas buen curso" y se marcharon en el coche, sin duda fue un acontecimiento muy triste, todas estas situaciones hacen de mi un chico que no es muy sociable, tengo miedo de que me odien al igual que mis padres, siento que hago algo mal constantemente y no puedo parar de culparme.
El instituto Kadic era exactamente como me lo había imaginado, comparado con las fotos que busqué en internet era incluso peor en persona. El instituto era inmenso. En el exterior, a la izquierda de la entrada podíamos encontrar un inmenso bosque, sin embargo en el lado derecho nos encontrábamos con el camino al instituto. En el patio interior del instituto podías apreciar como en el centro se encontraba la cafetería del instituto, donde realizaría mis comidas diarias: El desayuno, la comida y la cena. Un poco más alejado de la cafetería se encontraba un terreno bastante considerable de espacio, eran unos cuantos metros de anchura. Mi habilidad con las matemáticas logró deducir que se trataban de aproximadamente tres metros de distancia. En ese espacio había muchísima gente, había alumnos de todo tipo: mayores, altos, bajos, de distinta raza, más pequeños etc... Yo me dediqué a pasar desapercibido entre toda la multitud, amigos que se conocían se reunían y conversaban en un banco, otros se tomaban un café en la maquina dispensadora que había a la izquierda de la cafetería. Mi ropa habitual era una sudadera negra con mis cascos colgando de la nuca, para así poder aislarme del mundo cuando este cometiera otro de los muchos infortunios que cometía habitualmente, mis pantalones vaqueros de color azul oscuro tampoco podían faltar. Tenía mis cascos colocados en las orejas cuando entré por primera vez al edificio, sin duda era alto y de una largura considerable. Desde luego de espacio no podían quejarse. Tras el instituto se encontraban unas pistas de atletismo, donde deduje que se impartirían las clases de educación física, además en esa parte también se encontraba el gimnasio, por lo que reforzó mi deducción.
El edificio se dividía en dos partes. En la primera parte se encontraban los alojamientos de los internados, en la segunda parte del instituto se encontraban las aulas de clase. En lo referido a los alojamientos se podían dividir en tres partes. En la planta cero se encontraban las calderas, en la primera planta podemos encontrar las habitaciones de los chicos. En la segunda planta se encontraban las habitaciones de las chicas. Cada uno de estos pisos tenía incluido un amplio baño con duchas. Tuve que subir unas escaleras rectas que torcía en las esquinas para poder subir al piso de arriba. La subida fue un tanto costosa debido al peso de mi maleta, en ella llevaba toda mi ropa y mi excelente ordenador, no podía salir de mi casa sin el. Finalmente al llegar a la primera planta, que era donde se encontraba mi habitación, me dispuse a vagar por aquel inmenso pasillo en el que se encontraría mi habitación, la habitación 25. A los lados del pasillo podíamos observar las habitaciones con sus números asignados, había pocas personas en el pasillo, pero eran demasiadas para mi. Finalmente encontré mi habitación que se hallaba a unos veinte pasos del baño particular.
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Código Lyoko: Nueva Generación.
FantascienzaEsta historia se sitúa tras los eventos de la serie de Código Lyoko Evolution (si fuera una serie sería de animación no de live action pero podéis imaginarlo como queráis pese a que evolution sea live action) He sido fan de la serie desde pequeño y...