Sentía una picazón, un ardor inexplicable, me rascaba de poco a poco, luego de poco a mucho y de mucho hasta sangrar.
Mis uñas rotas de tanto intentar.
Me quedaba sin respirar, con tal de no sentir esa comezón intensa que me daba. Me veía al espejo, una lágrimas brotaban de mis ojos, mis mejillas rojas cuál manzanas y mis manos, temblando al ver hilos de sangre chorrear de mi frente y nuca.
Tomé un baño caliente pero este ardor quemaba más y más, poca era la sangre que salía ya.
El único momento donde sentía paz era cuando levantaba mi cabello en una coleta. Pero al soltarlo, las punzadas seguían con mayor intensidad.
Me daba asco verme al espejo, mi cabello estaba grasoso, mis uñas y dedos sentían la mugre y las costras de las heridas que me provocaba al rascar, las tenía rotas y mordidas, con sangre en las cutículas.
Me quedé inmóvil, delante de mi reflejo con el hilo color carmesí llegando a mi barbilla, y de un momento a otro, todo paró.No sentía comezón. Sentía un alivio, podía respirar. Entonces comencé a reír y llorar, era un desastre, mi paranoia había acabado por fin.
O eso pensaba.
Sentía movimientos minúsculos en mi cuero cabelludo. Algo que rozaba en mi piel. Me dio pánico, y escarbé entre mis mechones para observar mi cráneo más de cerca, una herida aún fresca se encontraba ahí. Me acerqué a un más y pude notar algo saliendo de ahí.
Primero, extrajo un líquido amarillento, como pus, luego, una larva de menos de 5 milímetros, con un punto negro delante de él. Apreté con dos dedos para poder extraerla, dolía y mis lágrimas seguían brotando constantemente. Apreté aún más y la larva salió dispara al espejo donde lentamente se escurría de este con mi sangre.La molestia había desaparecido, pero detrás de esta larva, salió otra, la cual rápidamente se escapó entre mis dedos, tiré mi cabello hacia adelante y lo sacudí, pero más larvas salían de mi cabello.
Me metí a bañar al momento, para evitar que la sangre corriera de más y que siguieran saliendo estos animales.Esa noche, dormí en paz.
Al otro día, mientras desayunaba, alcancé a escuchar un zumbido, muy tenue pero cercano, me levanté corriendo al baño y en mi reflejo notaba unas mosquitas volando alrededor de mi cabello, el olor las había atraído seguramente.
Creo que lo peor que recuerdo fue la vez que una larva se introdujo en mi oído, cuando traté de sacarla ya se había introducido, me sangraba el oído y perdí parte de mi audición. De igual manera, al verme al espejo alcancé a ver el reflejo de un parásito en mi pupila nadando entre ojo y ojo, claramente invento de mi cerebro.
Finalmente, sentí una araña caminar sobre mi cara, me quedé inmóvil, di una última respiración antes de sentir cómo ella y sus hermanas invadían mi cuerpo, en mis oídos, mi nariz, mi boca, inclusive mi ombligo. Algo rasgaba y carcomía mi piel, luego mis entrañas y al final mi cerebro, dejando inerte mi cuerpo.
Y por fin, sentí paz después de tanto sufrimiento.