Nos referimos al amor como algo poético, algo alcanzable para nosotros mundanos que despertamos sin risa y esperanza, como un relámpago llegando de la nada y destrozando todo bien y mal, los cuales se acompañan destilando la miseria que la soledad ha abordado nuestra almas, que al final del camino estaremos llenos de lujuria, deseo y pasión, sentiremos su tacto como plumas y poesía haciendo sinergia con las piedras y la prosa.
Nos referimos al amor como algo amargo que al probarlo deseábamos continuar sintiendo este vino dulce y embriagante que es la soledad, tal como una sombra a la mitad del desierto cuando sabes que lo único que falta es una gota de romance y amor.
Una parte del alma se ve arrancada por las promesas rotas y mareos bañados de la luz del sol al momento de abandonar aquellas plumas y poesías que desearás la prosa una vez más.
Cuando sabemos que el amor no es poético, lo que la hace romántica y bella es el dulce sabor de la amargura extendida en el velo negro del anochecer.