N U E V E

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Este es mi cap favorito por así decirlo...

Sólo quedan dos para terminar ;;

Hacía mucho tiempo que Kirishima ya no brillaba

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Hacía mucho tiempo que Kirishima ya no brillaba.

La última vez que lo hizo fue después de su pequeña discusión, mientras le decía que quería ver los cerezos florecer a su lado.
Pero ahora que sería el festival, Eijiro no se encontraba nada bien. Una desazón amarga inundó el pecho de Katsuki al tener que darle la noticia al pelirrojo.

—¿Qué?

—Los doctores dicen que no puedes salir de aquí... Es mejor que te cuides.

—Pero es cinco de abril, las sakura florecen hoy. —Las palabras salían lentas y transmitían cansancio con solo oírlas. No uno físico, uno demasiado pesado para ser mental.

—Lo siento, Ei.

El chico no dijo nada más. Se dedicó a observar la flor marchita con un rostro avinagrado.

Bakugo tendía a pensar mucho en lo que sucedía. Demasiado, tal vez.

A veces, cuando se quedaba acompañándolo en el hospital por las noches, tendía a cuestionarse sobre quién era la otra persona en la habitación. No era el Kirishima que conocía. O quizás nunca se dio el tiempo de conocerlo de verdad y ahora sufría al ver desmoronarse la imagen que había creado del sonriente.

No.

Ya ni siquiera era capaz de sonreír. 

La alegría que evocaba con solo verlo había desaparecido, dejando un aura lastimera y triste a su alrededor.

Enferma.

Dedujo que quizá ese Kirishima ya se había ido hace mucho. ¿Era eso a lo que se referían cuando decían la frase "muerto en vida"? 

Se odió al considerar siquiera que el chico merecía liberarse. ¿Era egoísta al no desear que descansara? ¿Qué debía pensar al ver a su compañero marchitarse?

Sentía lástima por sí mismo. Se encerraba voluntariamente en un hospital para luego regresar a casa a lamentarse por no poder hacer nada. Pero solo lo veía de su perspectiva. Si los roles se invirtieran, ¿cómo llevaría él el peso de la muerte? No lo soportaría, y sería más difícil si Eijiro fuera diariamente a verlo. Bakugo se encargaría de hacer que todo terminara rápido si fuera él.

Pero no era así.

Y dolía.

Las horas pasaron y sin ninguno darse cuenta, la noche los envolvió cálidamente. Dentro de una hora encenderían los fuegos artificiales, tal vez aún estaban a tiempo. Bakugo miró a Eijiro y reflexionó unos minutos sobre lo que haría; probablemente, no, seguramente se arrepentiría de eso al día siguiente, pero nada que su conciencia no soportara si tenía de por medio al pelirrojo. Se puso de pie repentinamente, ganando la mirada sorprendida— y entrecerrada— del teñido y apretó el puño.

Reddish Donde viven las historias. Descúbrelo ahora