S I E T E

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Bakugo sufría de insomnio

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Bakugo sufría de insomnio. Cosa nada sorprendente contando el hecho de que su monótona rutina se había transformado en la inquietud de despertar cada día con miedo, sabiendo que el tiempo se agotaba.

Y eso no era lo peor. Porque cada madrugada se hundía en la almohada preguntándose qué demonios sentía por Kirishima. Necesitaba saber la razón por la cual su corazón era tan sensible a cualquier acción del pelirrojo, así que hizo algo de lo que se arrepentiría en la mañana.

Encendió su teléfono y empezó a escribir en el buscador;

"¿Cómo saber si DE VERDAD me gusta un chico?"

Al leer los titulares de algunas notas arrugó la nariz. Todos eran melosos, cursis y llegando incluso a ser ridículamente vergonzosos. 

No. Definitivamente un test de internet no le ayudaría en lo más mínimo.

Esto debía ser una jodida broma. Katsuki maldijo en voz alta y lanzó su teléfono hacia el suelo. Agradeció tener una alfombra. Se recostó boca abajo y soltó un grito ahogado en un cojín para después cerrar los ojos. Si la red le fallaba, la almohada era la mejor consejera.

Era ya catorce de febrero, una de las festividades más odiadas de Katsuki

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Era ya catorce de febrero, una de las festividades más odiadas de Katsuki. Llegar al colegio y ver la entrada cubierta de rosas le provocó escalofríos. Rosas rojas como Kirishima.

Agitó su cabeza sacando ese pensamiento de su cabeza y avanzó por los pasillos arrastrando los pies. La escena que presenció apenas poner un pie dentro le asqueó por completo; al menos diez parejas hormonales se encontraban dentro, demasiado melosas para su gusto. Si sus ojos no le fallaban podía jurar que había visto al menos a dos metiéndose las manos por debajo de la ropa y la lengua hasta la garganta. Tal vez hubiera sido mejor faltar a clases y pasar desde temprano el día con Kirishima, pero Mitsuki se había enterado de sus constantes faltas y le había amenazado con que si no empezaba a asistir regularmente le prohibiría ir al hospital.

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