Extra III

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—¿Y entonces? ¿Por qué te heriste?

Hikani miraba enojona a Genya, que estaba sentado en una camilla de la sede de los cazadores.

—Eso...

—¿Eso...?

—M-, Me dis-, dis...

—¿Te distrajiste?

—S-, Sí.

—¿En qué?

Ella se acerca hasta él, quedando frente a frente, ella parada y él sentado.

Estaba a dos pasos de él, demasiado próxima para los nervios de Genya.

—S-, Sobre qu-, qué...

—¿Sobre qué comerías?

Él agacha su cabeza, avergonzado.

—¿Genya?

El de pelo en cresta asiente.

Hikani suspira y luego camina hacia una mesita de noche que había junto a la cama y toma unos vendajes, camina otra vez hacia él y empieza a remover los vendajes mal puestos que seguramente él había intentado ponerse.

Vine a la sede pensando en que no me atenderían mujeres... —Genya mira a la niña frente a él poniéndole vendajes— ¿¡Qué hace la hija del patrón aquí!?

Toma aire y suspira, su cara estaba roja, muy roja.

—Hi-, Hikani-sama...

—¿Mm?

La niña lo mira e inclina su cabeza levemente.

—¿Sí?

—¿P-, Puedo... preguntar qué-, qué hace en la-, la sede? —Mira inmediatamente hacia otro lado— ¿¡Puedes alejarte un poquito!? ¡Ella está muy cerca!

—Oh, sobre eso —ella vuelve a mirar hacia sus brazos, que estaba vendando— Papá me pidió que viniera, no sé para qué, pero parece que no hay razón en específico.

—A-, Ah... g-, gracias... —Aprieta sus dientes y mira hacia el techo— ¡Si tan solo hubiese prestado más atención...!

GenyaRecuerdo:

El de ojos oscuros miraba vagamente la carretera.

Hacía algunos días había dejado el entrenamiento con Himejima y ahora estaba volviendo de una misión.

Cierra sus ojos y suspira.

En el entrenamiento con el pilar solo había comido pescado asado y agua... de camino además había un pueblo... ¿Debería comprar algo...?

Al abrirlos se encuentra con cierto animal de cuernos grandes corriendo hacia él.

—¿¡Q-!?

Y lo cacheó.

GenyaRecuerdo, fin.

Grr... si tan solo... ah... —suspira y vuelve a ver a la niña, que lo miraba fijamente a la cara— ¿E-AhM?

—Esa cicatriz en tu cara...

Ella alza su mano y toca su cara, causando que de los nervios él empezase a ver todo nubloso.

—¿Genya-san?

—N-, No, ah, yo, pues...

—¿Te pones nervioso con las chicas? Cuando entraste tenías una expresión muy distinta a la que llevas ahora.

The ShippMaster IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora