OCTAVO CAPÍTULO: OBSTÁCULOS

153 24 31
                                    

Con poca determinación y cansada; Yūgen se reincorporó al espacio que ocupaba el equipo y se acercó a sus hermanos, dudó un poco en participar. Se quedó de pie, al final; decidió sentarse al lado de Tobirama y en ese momento se detuvo el diálogo pasivo-agresivo que mantenían los hermanos y Yūgen aprovechó el silencio para intervenir: —Hashirama-sama, deberíamos irnos. Ahora.

Hashirama quedó pensativo. Por unos minutos tuvo una expresión graciosa —o eso pensaba Yūgen—, para luego volver a sí mismo y ver a sus hermanos con completa seriedad. En su interior, se encontraba sorprendido por la intervención de Yūgen —a quien no le importaba mayormente las decisiones tomadas y sólo seguía instrucciones—, pues la determinación que emanaba le hacía saber que no aceptaría una negativa como respuesta.

—Miyaki-san necesita descansar unas horas más, Yūgen. Tú también, aún estás lastimada. Tengo personas lesionadas. Si nos atacan sería muy problemático. En la mañana, el rescatarte, nos enfrentamos a un grupo enorme de Uchihas, como ayer al desplegarnos.

Un dolor en el pecho se hizo presente en el cuerpo de Yūgen, aún no sabía nada de lo había ocurrido en la mañana —no quería saberlo en realidad— pero comenzó a sentirse ansiosa por las imágenes difusas que pasaban por su mente. Decidió ignorarlo y responderle a su hermano.

—Entre más tiempo pasemos aquí, las probabilidades de ser atacados aumentarán —Tobirama se integró a la conversación.

—Eso es completamente cierto. Hashirama-sama, Miyaki puede ser llevada por Tobirama...san, no olvide que también están esperando las provisiones. No podemos seguir perdiendo el tiempo —agregó Yūgen, algo aturdida por la intervención de su hermano.

—No tengo ningún problema en llevarla —añadió el albino, apoyándola.

Hashirama lo sabía. Él más que nadie, en ese lugar, conocía en qué posición se encontraban, sabía que debían seguir adelante porque las lesiones físicas de Yūgen no eran letales y Miyaki le comunicó que era capaz de emprender camino, pero lo cierto era que Yūgen lucía enferma; la piel un poco pálida, ojeras pronunciadas, labios resecos y mirada pérdida, también estaba el hecho de a Miyaki le bajaba y subía la temperatura, estaba inestable por mucho que quisiera afirmar sentirse mejor, la palidez que se manifestaba en sus labios por minutos no lo podía ocultar. Hashirama sabía que sólo necesitaba que ellas fueran capaz de correr a velocidad y saltar pero no quería arriesgarse, no quería tener probabilidades altas de ser emboscado estando en movimiento —sería incluso más problemático que ahora— con sus camaradas convalecientes porque evitar tener bajas o heridas mayores era la prioridad de Hashirama.

— ¿Hashirama... sama?

Suspirando, Hashirama, con mucho pesar, preguntó: — ¿Esto es por un presentimiento tuyo, Yūgen?

Unos ojos brillantes, acompañados de una enorme sonrisa le dieron la respuesta al mayor antes de que su hermana hablara.

—Confío en ti, Yūgen —dicho eso, Hashirama se levantó— llama a los demás, daré instrucciones sobre lo que haremos.

Con un asentimiento, Yūgen fue en busca de los otros Senjus.

Una vez reunidos, las órdenes que dio eran de movilizarse, descansar y desplegarse como estaba inicialmente planeado. Asintieron, todos estaban de acuerdo y empezaron a organizar las cosas que llevaban para partir, sin perder el tiempo. Tobirama estaba satisfecho, no quería pasar ni un segunda más en ese lugar pero ¿Y Yūgen? ¿Cómo se sentía su hermana al respecto? Le daba curiosidad, pero en el camino le preguntaría.

En otro lugar, una joven recibe una pequeña nota con una dirección y luego de leerla se deshace de esta. Comprendió lo que significaba. Tendría que movilizarse.

DEAR MADARA   ||   MADARA UCHIHA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora