Tobirama tenía ciertos pensamientos.
Más que todo, preocupaciones.
Porque él tenía varias ideas, mismas que llevaría a cabo para la aldea, ¡Por supuesto que sí!; pero Yūgen, tal cual huracán, destruyó uno de sus propósitos con sus ideas ingeniosas; esparciendo aquellos seres de ojos sangrientos por toda la aldea cuando el planeaba dejarlos en un sólo lugar donde fueran faciles de controlar.
Pero ahora eso lo tenía difícil.
—¡Cuidado! —ese llamado de atención trajo a Tobirama de vuelta a tierra, siendo consciente que algo había chocado contra él.
Un pequeño ojón, de cabello y ojos negros, con cara de cachorro triste estaba a sus pies. Instintivamente, le tendió la mano al niño.
—Lamento la molestia —una anciana estaba a su lado ahora, haciendo una leve inclinación que el correspondió— Kagami, discúlpate con el señor —ordenó en un tono cansón.
El niño asintió y le soltó la mano para alejarse un poco y hacer una reverencia y soltar un sonoro—: discúlpeme señor, no era mi intención chocar contra usted —rápido, se acercó a la señora y le susurra—. Perdón, abuelita, no quería preocuparte.
La señora le sonríe y toma su mano.
—No camines solo —es lo único que dice Tobirama para luego hacer una reverencia corta para despedirse de la señora y el niño.
Suelta un suspiro, siguiendo su camino aún habían unas pruebas que realizar para las personas que no figuraban como shinobis y otras tres mil cosas que hacer —o delegar— y alguien no salía de su mente.
Akiko. Hera.
Hera.
Agitó su cara, desvaneciendo el pensamiento. Repasando sus labores del día, enfocándose en hoy, en que expondría su propuesta de una academia para shinobis; un lugar donde todos tengan la capacidad de entrenar y desarrollar mejor sus habilidades, así también tendrían una mayor fuerza militar. En pro de mantener Konoha segura, crear nuevos guerreros que sean instruidos con mejor calidad y paciencia es una prioridad.
Con eso en mente, Tobirama ingresa a la oficina del Hokage, su estimado hermano.
Lo primero que encuentra es a su hermana sonriendo, lo que le sigue es un Uchiha Madara bromeando de quien sabe qué y un Izuna riendo bajito; una sensación incomoda se instala en las entrañas al no encontrar a Hashirama en la sala.
—¡Ya estamos todos! —la voz de su hermano provenía detrás de él y al girarse para verlo, traía bocadillos y una carta—, ¡y tenemos respuesta de los Ryōren! —le susurra antes de hacer un ademán con el mentón para que termine de entrar.
—Buenos días. —Yūgen es la primera en saludar, alegre.
—Buenos días —responde, mirándola a ella como a los Uchiha, le dedicó una mirada a su hermano, viendo cómo dejaba en la mesa los bocados—. ¿Por qué traías eso? —pregunta con el ceño fruncido, otra persona podía hacer eso. No es como si su hermano no pudiera pero jerárquicamente, no estaba en sus deberes.
—Toma uno si quieres —le invita antes de llevarse uno a la boca.
Izuna y Yūgen no tardan en hacer lo mismo, Madara bebe té.
Lo primero a tratar, con todos en la mesa, es el contenido en la carta de el señor feudal; tal y como sugirió Yūgen, esperaron hasta que ellos establecieran el primer contacto.
Resulta que surgieron problemas de grado clasificado y se desculpaban de no quedarse hasta el final.
Pero surgían muchas dudas al respecto; desde cómo se enteraron tan rápido de los problemas hasta cómo se fueron tan lejos en tan poco tiempo como para no ser localizados por el amplio rango del alcance de los ninjas tipo sensor que estaban en la sala, y si ellos estaban en la capacidad de ser tan rápidos en movilizarse ¿Por qué tantas vueltas para llegar a Konoha?
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DEAR MADARA || MADARA UCHIHA
FanfictionMadara Uchiha (FANFIC) 1 "Tal vez las cosas debieron resultar diferentes para esas almas lastimadas." Hay que atravesar dificultades para encontrar lo que queremos e incluso tenemos que sacrificar cosas para conseguir nuestros sueños y ambiciones. E...