CAPÍTULO DIECISÉIS

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―Díganme que ninguno de ustedes me miró el culo ―dijo, bajándose un buen trago de la botella.

Cuando se la pasó a Cassian, este miró el suelo deliberadamente.

―¡CASSIAN!

―NO LO MALINTERPRETES ―gritó en respuesta, zarandeando la botella por todos lados. Azriel se la quitó antes de que pudiera vaciar la mitad de su contenido en el suelo―. YO NO QUERÍA HACERLO, PERO ES QUE ME SORPRENDIÓ.

―¿Qué quiere decir eso?

―Es como cuando usaste ese vestido ―murmuró más bajo―, parecías otra persona. No pude evitar fijarme que tenías un buen cul...¡AUCH!

Azriel le había pegado con la botella en la nuca, justo antes de pasársela a Rhys.

Los cuatro estaban sentados en un círculo, en medio de la cabaña personal de Rhys en las montañas. Si habían elegido ese lugar en particular era porque ninguno tenía intenciones de andar por el bosque a altas horas de la noche increíblemente alcoholizados.

Querían celebrar haber pasado el Rito de Sangre como la madre manda, o algo así había dicho Cassian.

―No me lo tomes a mal, pero jamás estaría contigo ―dijo él, sobándose el sitio en donde Az le había dado―. Eres como mi hermana.

―Mientras no vuelvas a mirarme el culo podrás decir eso.

Se quedaron mirando por unos segundos.

Se largaron a reír.

―Por el caldero, te ríes como cerdo ―gruñó Rhys, mirando dentro de la botella. Cuando vio que no quedaba nada, la lanzó al mismo lugar en donde estaban el resto. Llevaban al menos cinco.

―¿Cómo se ríe un cerdo? ―quiso saber ella, meciéndose de un lado a otro. Uno de sus hombros rozó el ala de Azriel, que se quedó tan quieto como una estatua.

―Así ―dijo él, intentando imitar su risa.

―Yo no me río así ―giró la cabeza muy rápido en dirección al shadowsinger, a punto de preguntarle algo. Antes de que pudiera hacerlo, todo su cuerpo se inclinó hacia adelante.

Él intentó detenerla, pero para cuando estiró sus manos para tocarla, Brina ya estaba encima suyo. Otra vez, volvió a rozar una de sus alas.

―¡Mierda! ―hipó ella, incorporándose lo más veloz que la borrachera le permitía―. Lo siento mucho. ¿Az?

Los tres observaron como su amigo se levantaba de un salto y salía despedido en dirección al pasillo.

Tras un momento de silencio, estallaron en carcajadas.

―Eso es porque le has tocado el ala ―dijo Cas, intentando contener su risa. Al fallar, se cayó de espaldas―. ¡Por el caldero, Bri! Deberías recordar lo sensible que son esas cosas, seguro lo has vuelto loco al pobre.

―Que cosas tan raras ―murmuró. Se levantó también, solo que en lugar de irse tras su amigo, zigzageó hasta la cocina en busca de otra botella―. Los machos tienen alas muy sensibles.

―¡Eso no es cierto!

Rhys asintió, diciéndole que sí.

Brina asomó la cabeza por la puerta; llevaba en la mano otra botella de vino.

―Si no lo es, deja que te toque una ―le guiñó un ojo. Cas palideció―. Vaya viejo, no es para que te pongas así. ¿No es que no eran tan sensibles?

Una corte de sombras y sueños ― AzrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora