CAPÍTULO SESENTA Y SEIS

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Después de casi perder a su compañero por culpa de unas hembras de orgullo herido, Brina canalizó toda su ira en el entrenamiento. Había tenido que volver al campamento luego de tres días, en los que se había dedicado exclusivamente a la recuperación de Azriel. Él había vuelto a sus deberes como maestro de espías después de esas pequeñas vacaciones, y aunque ella no estaba del todo de acuerdo con la idea, sabía que el deber era más importante. Especialmente porque creían que Amarantha estaba tramando algo.

Todo estaba tan tranquilo como las aguas del Sidra pero Rhys seguía insistiendo en mantener un ojo alerta.

¿La verdad? Brina estaba muy ocupada con las ilirianas como para pensar en eso. El entrenamiento tomó todo el espacio en su mente hasta la llegada del solsticio de invierno. Esa noche tenía que ser perfecta, era la fiesta más importante de todo Velaris.

Era la noche en que pensaba pedirle matrimonio a Azriel.

Lo había estado pensando desde que despertó de aquel extraño coma. Al principio creyó estar loca, porque no había pasado tanto tiempo desde que había descubierto que era su compañero. ¿Qué tal si él decía que no? ¿Y si debía esperar un poco más? ¿Por qué la prisa? Llevaban juntos casi un año, no tenía porque formalizar su relación en ese momento. Y, sin embargo, no había podido quitarse la idea de la cabeza. Nadie lo sabía, ni siquiera Mor, que creía que le había comprado un tonto libro. Si lo había hecho, porque dentro había guardado el anillo.

¿Qué pasaba si Azriel nunca abría el maldito libro? No había pensando en eso, debería haber pensado en eso.

―Te noto un poco nerviosa, ¿estás bien? Tengo ginebra si quieres, dicen que es buena para los nervios.

Se alisó la falda del vestido y se giró hacia Rhys. Su amigo le sonreía desde el umbral de la sala, alzando en su dirección una botella.

―En ese caso debes sufrir mucho de los nervios.

―¿Me culpas? Ser un Alto Señor es exhaustivo, mucho más cuando eres tan guapo como yo ―se acercó hasta la mesita donde guardaba todo el alcohol. Sacó dos vasos y sirvió de la botella en ambos―. Antes solo tenía que ser guapo, ahora tengo que ser las dos cosas.

―Oh pobre de ti ―tomó el vaso que le ofrecía y se dejó caer sobre el sofá―. Y sí, estoy bastante nerviosa.

―¿Por qué?

―Temo que vaya a tener que bailar con Az.

―Auch, pobre de él. ¿Sabes que practica sus pasos de baile?

―Sí.

Rhys dio un sorbo a su vaso mientras se sentaba a su lado.

―Hablando enserio, ¿qué es lo que te tiene tan nerviosa?

―Nada ―mintió, tomando de su propio vaso para evitar tener que decir algo más. Tal vez la ginebra ayudara.

―Dentro de tus muchas habilidades no se encuentra la mentira, ¿lo sabes? ―se inclinó hacia ella, diciendo más bajo―. Pero no tienes que decirme si no quieres. Entiendo que estos últimos tiempos han sido difíciles para todos.

―Pero ahora viene la paz, ¿no es así?

Rhys se encogió de hombros, llevando el vaso a sus labios.

―No lo sé, pero espero que sí.

No dijeron nada más, justo en ese momento Cassian y Mor aparecieron en la sala, trayendo una nueva conversación que dejó a la otra en el olvido. Brina lo agradeció, porque no quería pensar en otra cosa que en ese estúpido libro. ¿Y si estaba cometiendo un error?

Una corte de sombras y sueños ― AzrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora