CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE

2K 216 8
                                    

A Oliver no le terminaba de caer bien Jurian. Lo había conocido tres días atrás, cuando él y otra humana llamada Myriam habían llegado de alguna parte del continente. Estaban ahí para ayudar, o eso era lo que decían. No eran enviados de las reinas humanas, eso por lo menos podían decirlo con certeza; las monarcas habían aceptado a la reunión con los faes a regañadientes y, de la misma forma, habían firmado una alianza.

Jurian, por otro lado, no. Oliver seguía sin confiar en él, tenía algo raro.

Al principio creyó que eran imaginaciones suyas, porque al resto de los humanos del campamento les caía bien, aunque si era sincero, a ellos les habría caído cualquiera que no tuviera orejas puntiagudas o alas de murciélago. Oliver lo entendía, porque ni siquiera él llegaba a confiar del todo en el ejército que estaba luchando a su lado. Por supuesto, Jurian seguía siendo todo un tema aparte.

Por el momento había decidido mantener distancias. Durante el día se dedicaba a entrenar con Cassian, que se había ofrecido a reemplazar a Brina y que, a pesar de lo duro que era con sus propios compañeros, había resultado ser un maestro mucho más paciente. Por las tardes ayudaba a atender a los heridos y, por las noches, se reunían con los soldados humanos para transmitir mensajes entre ambas partes ―tanto mortales como inmortales seguían reacios a mostrar algo de cooperación―.

En definitiva, Oliver tenía una agenda muy apretada como para estar prestando atención a cierto humano de intenciones sospechosas.

Esa mañana, sin embargo, mientras se dirigía hacia la enfermería para visitar a Brina, lo vio escabullirse entre las carpas humanas. La cosa había resultado bastante sospechosa y a él no le había quedado más opción que seguirlo. Oliver sabía por experiencia que eso no iba a terminar bien.

Jurian fue muy hábil en ocultar su rastro mientras se abría paso en el bosque. Varias veces tuvo que girarse para volver a encontrarlo, aunque no pasó mucho tiempo antes de que llegara a su destino.

A primera vista parecía una simple cabaña abandonada, con el techo inclinado y una puerta que parecía a punto de salirse de las bisagras, pero si mirabas más de cerca, veías que alguien estaba usando la estufa para cocinar algo que olía tremendamente bien. Jurian entró sin mucho preámbulos, al abrir la puerta tuvo varios problemas pero al final logró dejarla casi como estaba.

Por una de las ventanas Oliver vio a una mujer muy hermosa, de cabello rojizo y piel tan clara como la nieve, recibirlo. Eso podría haberle parecido normal, de no ser porque estaban en una cabaña en mitad del bosque y ella tenía las orejas puntiagudas.

No se quedó a observar más, desde su posición no podría haberlo hecho de todas formas. Se marchó de nuevo al campamento, debatiéndose si debía decirle a alguien o no. Al final decidió que lo mejor era reunir algo más de información en su contra antes de siquiera pensar en delatarlo.

Cuando regresó, se encontró con Brina en el campo de entrenamiento. La iliriana había pasado la última semana recuperándose de su último ataque, entrando y saliendo de un estado de vigilia mientras las heridas de su cuerpo se curaban lentamente. Oliver no entendía muy bien cómo funcionaba eso de la sanación innata, pero supuso que consumía una cantidad considerable de energía dado cuanto la había consumido.

El shadowsinger también había pasado varios días entre un delirio febril, aunque al final su recuperación le tomó muchos menos que a ella. Eso sí, sus alas se habían visto bastante dañadas y todavía no podía volar del todo bien. Según le había contado Cassian, todas las tardes iba hasta un risco para practicar.

―¡OLI! ―oyó que Brina lo llamaba. A pesar de que había recuperado su color y se veía sana, todavía caminaba con un poco de dificultad―. Te estaba esperando.

Una corte de sombras y sueños ― AzrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora