De nuevo las ojeras pintaban sus rostro. Dormir no había sido una posible opción para el ruso. Tras innumerables vueltas en la cama, había decidido sentarse en su escritorio. El libro de leyendas parecía una muy buena opción. Aunque buscaba una que no aparecía.
La mañana del miércoles, Conway le había descubierto durmiendo en aquella incómoda silla, con la mejilla pegada a las hojas de la tercera historia. Y de nuevo salían de la casa. Por lo visto, el mercados siempre eran los martes y los miércoles. Y, aunque se sentía cansado y dolorido, la curiosidad por saber si el chico de cresta estaría allí, era suficiente para no quedarse en la cama.
Para cuando llegan a aquella plaza central, el lugar ya tiene a gente merodeando. Jack de nuevo se separa sin despedirse, yendo a hablar otra vez con el señor de ayer. Viktor, en cambio, fija su vista en los puestos de frutas, pero no ve rastro del joven con heterocromía. Comienza a caminar inconscientemente hacia donde venden los libros.
—Bonjour monsieur—sonríe la misma señora que le vendió el libro.
—Bonjour—intenta decirlo lo mejor que puede, ocasionando que la mujer ría.
—¿Qué le han parecido esas leyenda? ¿Ya las leyó?
El oceanógrafo asiente.
—Unas cuantas, sí.
—¿Y qué le trae por el mercado? ¿No tienen que ir a estudiar o algo? —Interroga, era muy curiosa.
—Quería ver a alguien, pero parece que hoy no vino.
La vendedora sonríe.
—¿Ya conoció a alguien? Est-ce une femme ou un homme? —Pregunta con una sonrisa.
Pero Volkov no entiende lo último.
—Perdón, mi francés es malo—se rasca la nuca.
—Da igual—niega con la cabeza, restándole importancia.
Se quedan en silencio, mientras el ruso finge leer los títulos de los libros que tiene delante, cuando en realidad su mente se perdía en pensamiento totalmente diferentes. Escucha suspirar a la señora, y cuando sube la vista para mirarle, le ve observando el cielo.
—Desde el lunes hace mucho calor, ¿no cree? —Reflexiona en voz alta.
Sí, era así, pero Viktor creía que era un clima típico de la zona.
—Tal vez algo le esté pasando al guardián—murmura.
Aquello llama la atención del contrario.
—¿Un guardián?
—¿No le contaron la leyenda del pueblo? —Cuestiona, sorprendida.
—Algo he oído, sí—dice no muy seguro.
—Entonces sabrá que protege este sitio—toma asiento en la silla que tiene detrás, sin dejar de observar al extranjero.
No sabe qué decir.
—¿Todos creen la leyenda? —Frunce el ceño, nadie parecía estar asustado porque un supuesto ángel rondara el pueblo.
—Claro, incluso hay gente que dice haberle visto en este mismo mercado—lo cuenta encantada—. Pero todos son niños o ancianos. Según lo que cuentan, al guardián solo pueden verles las almas sanadas.
—¿Tiene algún nombre? —Quería saber más.
La mujer se encoge de hombros.
—Guardián—simplifica.
Un señor se coloca a su lado, y empieza a preguntarle algo en francés. Aquello sirve para que Volkov siga caminando. Tal vez podría comprar algo de fruta, aunque ese no fuera su principal motivo allí. Llega al mismo puesto donde ayer se encontraba el joven de cresta. Hace el pedido con las palabras más simples que puede, pues recuerda que la señora le dijo que no hablaba muy bien el inglés. Paga y toma la bolsa. Desvía su mirada a la derecha, viendo cómo aún Conway charla con quien sea que fuera. Así que, decide salir de la plaza para caminar y así ver el pueblo. No se había detenido mucho en admirarlo, pero era hermoso. Pronto comienza a bajar una cuesta de escaleras de piedras, en una calle abierta y solitaria, que da directa a la playa. La brisa era refrescante. Mira hacia atrás, sintiendo cómo alguien le sigue. Ya sabía de quién podía tratarse, así que se detiene en el sitio.
Suspira cuando está así durante unos segundos y nadie aparecer, volviendo a voltearse para seguir caminando. Se sobresalta cuando casi choca con él.
—Блядь—maldice.
—Eso no suena bien—ladea la cabeza, aún cerca.
—Tienes que dejar de hacer eso.
En aquel momento, la vista de Volkov recae en la aceituna piel del joven, e incluso podría jurar que de cerca brillaba.
—No tienes pinta de comer uvas—señala la bolsa que lleva en la mano.
—Ya—no podía apartar los ojos de encima.
Y, el de cresta tampoco quería dejar de hacerlo.
—¿Vas a la playa? —Cuestiona ahora en voz más baja.
—No sé—balbuceaba, hipnotizado con su presencia.
La pequeña carcajada que suelta en contestación hace encoger su corazón.
—¿Puedo ir contigo?
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Take Me Back On The Way. ||AU Volkacio||
Teen FictionUn motor estropeado en medio de la carretera, una caminata larga y una casa de campo al fondo. N.A: ¡Pueden leer esta historia aunque no sepan del ship! Es una ficticia, no sigue lo canon.