Había ignorado el interrogatorio de Conway sobre a dónde había ido. Había ido directo a casa y había avisado de que estaría estudiando toda la tarde y noche. Apenas salió a comer, sus prioridades eran otras. Por suerte, tenía acceso a internet y a viejos libros. Estuvo investigando durante horas, buscando la leyenda de aquel pueblo, o alguna que se le asemejara. Pero no encontró nada específico, solo citas donde decían la existencia de segundas vidas. No comprendía nada, así que no le tomó importancia.
Al día siguiente, nadie le despertó, y cuando lo hizo apenas estaba amaneciendo. El cielo estaba cubierto por nubes grises, que avecinaban una nueva tormenta. Aún así, Viktor aprovechó para ducharse y vestirse, luego desayunar la fruta que ayer había comprado, y salir tras dejarle una nota a Jack. Se sentía saturado, necesitaba dar un paseo. Sabía perfectamente a dónde quería ir. Así que, recorrió el mismo camino que hizo ayer después del mercado, llegando finalmente a la playa. Subió aquel camino de rocas, llegando al mismo sitio donde estuvo hablando con él.
Quería, deseaba verle.
Podía escuchar el batir de las olas contra las rocas. Toma asiento, aprovechando que aún estaba seco. Recoge sus piernas de manera que queda apoyado en sus propias rodillas. Aquel paisaje le tranquilizaba, y la brisa que este traía consigo aún más. Cierra los ojos, disfrutando. Estaba agotado, no había dormido casi en su estancia en aquel pueblo francés. Se suponía que había ido a estudiar e investigar, y lo estaba haciendo, pero no exactamente de lo que suponía.
Los minutos pasan, y casi cree caer en el sueño. Nota un peso en su hombro, como si alguien estuviera apoyado ahí. Aquello le saca una pequeña sonrisa, recostándose también sobre la cabeza de este. Sabía que era él, podía sentir su calor.
—Has vuelto—susurra el de cresta luego de unos minutos en un cómodo y familiar silencio.
—Esperaba que estuvieras aquí—contesta de igual manera.
—Tienes muchas cosas en la cabeza—comenta, sin apartarse de su hombro.
«Y tú eres el causante», piensa, a sabiendas de que el otro puede saberlo.
—Lo siento—se disculpa tras haber oído sus pensamientos.
Volkov por fin abre los ojos, viendo el leve brillo que sale de su contacto. Levanta la cabeza para poder observarle. Siempre llevaba la misma ropa.
—Has estado investigando mucho, ¿eh? —Ríe el chico, también rompiendo el contacto y mirándole.
—No he encontrado nada—se encoge de hombros.
Mantienen el contacto visual durante un tiempo.
—Supongo que me toca a mí decírtelo—esboza una pequeña sonrisa de lado.
El ruso frunce el ceño.
—Da igual—niega, no quería forzarle.
—Quiero hacerlo, no es nada malo—le interrumpe.
Este suspira, dándole paso para que hable cuando quiera.
—No sé desde cuando vago por este pueblo, perdí la noción—mira ahora al horizonte—. Pero parece ser que desde hace mucho, estuve por unas cuantas generaciones aquí. Básicamente he protegido este lugar desde entonces, casi inconscientemente.
—¿Entonces sí eres un ángel? —La duda le carcomía.
—Algo así—se encoge de hombros—. No sé qué vida mía es esta. No sé si estoy muerto, o simplemente soy un guardián y ya está.
Viktor se acerca más a él, pegando su costado al suyo, y produciendo un leve brillo ante eso.
—¿Estás destinado eternamente a estar aquí?
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Take Me Back On The Way. ||AU Volkacio||
Teen FictionUn motor estropeado en medio de la carretera, una caminata larga y una casa de campo al fondo. N.A: ¡Pueden leer esta historia aunque no sepan del ship! Es una ficticia, no sigue lo canon.