Capítulo 3

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Una mirada por la ventana le dijo que su dolor de cabeza continuaba. Estaba sentado frente al enorme árbol que estaba al lado izquierdo de la casa, cuya antigüedad parecía igual a la de la casa. Pies descalzos, con su cabeza entre sus piernas y claramente confundido.

No podía dejarlo allí, de ser cierto, o no lo que él decía, igual debía sentirse mal y confundido. Tras cambiarse, fue al cuarto de su mamá, ella tenía aún las ropas que eran de su padre, aunque su padre no era tan alto como él hombre. Con la ropa en la mano, llegó hasta la puerta, pero no lo vio.

Aliviada, porque creyó que había recordado algo o que se había devuelto, al lugar de donde sea que era, entró a la cocina y se dispuso a hacer café. Una vez la bebida estuvo, sirvió dos tazas, porque algo le decía que volvería, el decía que era de allí y muy seguro.

Se sentó en la silla y dejó la taza en la silla del frente, bien alejado de ella y ella de su masculinidad. Su corazón, estaba acelerado, tenía un extraño en su casa, que decía venir de otro año y que además no parecía mentir. Minutos después y cuando le daba un cuarto sorbo a su café, apareció en la cocina, para su alivio vestido, pantalón negro y camisa blanca. Traía en sus manos unas fotos y se veía más contrariado si es que eso era posible.

— ¿De dónde sacó esa ropa? — le preguntó contrariada, al ver que le calzaba a la perfección.

— Del Sótano y esto también estaba allí — se sentó no en el puesto alejado que ella, lo que ella le hubiera agradecido, sino en uno al lado suyo, tomó la taza de café y la rodó hasta su puesto.

Le entregó las instantáneas antiguas, empezando a señalar y a nombrar a cada uno de los que están allí: Ava, Harry, su hijo, hasta que llegó a una foto, era una que ella conocía. Un hombre de cabello, blanco y de aspecto rígido, posaba al lado de una mujer de aspecto delgado y baja estatura.

— El abuelo Jones. — dijo pasando sus dedos por la foto — era el bisabuelo de papá, Eudes Jones...

— Eudes Jones Ritchie Blúmer — le interrumpió — mi mayordomo... — no puede ser cierto ¡Este hombre decia la verdad!

Ahora ella estaba, casi que tan confundida como él, tomó las fotos de nuevo y se levantó, mientras pasaba una a una. Las vio muchas veces, tantas que perdió la cuenta, era imposible ¿Dónde pedir ayuda? A la policía ¿Qué diría? Disculpe, tengo un hombre de hace siglo y medio en mi casa ¿Podrían ayudarme?

— ¿Cómo llegó acá? — preguntó por fin, al ver que lo que decía era verdad y él se alzó de hombros confundido — ¿Qué fue lo último que hizo? No sé algo debió hacer, cruzó un agujero negro, pidió un deseo a una estrella fugaz, la lámpara de Aladino, un reloj, etc.— por cada burrada que decía el alzaba más las cejas, claramente confundido.

— Tuve un altercado con los terratenientes de la zona, regresaba... — hizo una pausa y soltó el aire. — me regresaba a Londres con mi familia y quería vender estas tierras. Solo que no encontré a quien venderlas, así que hice lo que se debe, repartí a partes iguales los terrenos. Eso no les agradó, estar rodeado de gente de estratos bajos.

— Que miserables — dijo con enfado y yendo a preparar el desayuno, abrió la nevera, sacó huevos, tocino y busco pan. — ¿Qué hizo luego? Porque algo debió hacer, para aparecer aquí. — negó mientras le miraba confundido.

— Nada, solo les dije que ya los papeles estaban listos, regresé a casa, Ava tampoco quiere volver. — habló de nuevo esta vez más calmado, — Discutía con ella, porque no entiendo su posición, se supone que debe estar feliz de volver a casa. Pero desde que llegamos acá, perdió todo contacto con su familia, ella me dijo que no quería verme en la noche. Fui donde Eudes y el me preparó una habitación y desperté con usted.

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