Capítulo 1

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Alessia regaba las rosas en el jardín cuando escuchó el ruido de algo explotar, era leve y pese a imaginar que era, cerró la llave del agua y corrió hacia adentro de la casa. En el interior estaba su madre y desde hace unos meses, las bombillas explotaban sin razón aparente. Ella había revisado las instalaciones eléctricas, pero al no encontrar nada y al seguir explotando, quiso buscar un experto, pero este no encontró nada raro.

No llevaban mucho tiempo viviendo allí, solo dos años, ella vivía en otro estado desde que se graduó como médica e hizo la especialización, llevaba una buena vida, no podía quejarse, económicamente vivía bien.

Todo cambio cuando su madre enfermó, llegó de visita a cuando eso ocurrió, en ese momento creyó que era mentira de su progenitora, pues, siempre se quejaba de que ella no venía a visitarla. Alicia Matters, su madre, tenía 60 años, viuda desde hace diez, bastante activa e independiente. No quería vivir con Alessia en la ciudad y a ella no le gustaba el pueblo por los recuerdos de su fallecido padre.

El diagnostico las tomó a ambas por sorpresa, cáncer de estómago en etapa terminal, las razones eran variadas, una de ellas era la mala alimentación y los vicios alimenticios de su madre. En ese momento supo lo que tenía que hacer, renunció a su trabajo de ensueño, vendió su lujoso apartamento y regresó a casa con su madre.

No quisieron vivir en la casa de su infancia, Johnny o John como le decía de cariño, era el dueño del Súper de la ciudad y fue el quien le dijo que a las afueras había una propiedad que estaba en venta, cuyos terrenos a su alrededor eran extensos y podían cultivar y sembrar (algo que a madre e hija les encantaba), ellas tenían en la casa de infancia y desde hace años, una huerta casera en su pequeño jardín.

Conocer la propiedad fue amor a primera vista, ambas habían oído a su padre narrar historias de ese lugar, por lo que no solo ella se enamoró, su madre tuvo el mismo amor. Se sorprendieron de lo bien cuidada que estaba, pero no entendieron porque parecía que hubiera sido cortada en dos, el vendedor le dijo que la casa hace más de 150 años era tres veces más grande. Que desconocía porque ahora era tan pequeña. Alessia siempre quedó en que averiguaría, pero entre las hortalizas, su madre y pacientes, se le iba la vida.

— ¿Madre? — preguntó desesperada entrando a la casa.

— Aquí cariño, estoy bien — le dijo con voz pausada — esta vez fue el de la cocina. — murmuró, Alessia la vio sentada frente al TV, lugar donde la había dejado y suspiró, por lo menos, no había ido ella a ver que era.

De pronto, las paredes de madera de la casa, empezaron a temblar, las luces a encender y apagarse, el primer pensamiento suyo fue su mamá, así que corrió hacia ella. Los cuadros familiares, empezaron a moverse y el ruido de ello golpear con las paredes de la casa, la hizo pensar en un temblor. Le ayudó a levantar y a paso rápido (Todo lo que el cuerpo de su débil madre se lo permitía) salieron al jardín. Una vez fuera vieron a el perro y el gato demasiado quietos, y todo alrededor parecía haberse calmado.

— Quédate acá, mami — le dijo a la mujer mayor.

— Ten cuidado — hizo un asentimiento y entró.

Ya no se trataba de la electricidad, había algo más, entró y las luces estaban apagadas, por lo que supo tenía que bajar al sótano para ver qué había sucedido. Entró a la cocina algo fastidiada, la casa últimamente estaba perdiendo su encanto, primero eran las luces que estallaban, después la dama y el niño que su madre insistía en ver y que incluso llegaron a sonreírle.

Era una persona escéptica, pero su madre no era mentirosa y en varias oportunidades, la había visto conversar sola y hasta levantar las manos hacia la nada. Se negaba a decirle que era o con quien hablaba, le dijo simplemente que nunca le creería.

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