Capítulo 5

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Un roce en su espalda desnuda la hicieron abrir los ojos y sonreír, giró su cuerpo y se encontró con el rostro alegre de Harry mirándola con adoración. Algunas veces no es necesario decir te amo cuando te lo demuestran con hechos y con miradas.

— Buenos días mi sol — le dijo besando levemente sus labios —¿No tienes que salir hoy? — pensó un poco y solo tenía que ir donde Johnny a llevar el pedido, también necesitaba algunas cosas en su despensa.

— Al hospital no — dijo alegre, pasando sus manos por el cuello de Harry y abrazándose a él. —debo llevar el pedido a John y comprar unas cosas —Harry frunció las cejas ante la mención de John, él era consciente que a su amigo no le caía bien.

— ¿No puedes vender eso en otro lugar? —negó, alejándose de su abrazo y sentándose en la cama.

— Es que él está desde que mamá tenía la huerta en casa — empezó a decir — es más por lealtad, que por precio.

— No le caigo bien y lo noto en su mirada...

— ¡No! John es un buen hombre —dijo mirándolo unos instantes y encontrando que recreaba el gesto de John, era idéntico, ante eso no podía refutar y solo logró reír divertida. — Solo tienes que agradarme a mí, los demás no importan.

— Lo sé, pero me sentiría mejor si me aceptaran, aunque en su lugar yo haría lo mismo — negó ya en la entrada del baño, pero él ya salía de la habitación.

Dormían juntos desde ese día y en adelante se habían convertido en lo que se podría llamar casados. Los turnos en el hospital cada vez eran más cortos, estaban reduciendo personal, por lo que le dedicaba a la tierra la mayor parte de su tiempo. Tampoco era como si le faltara ese dinero y tenía más horas a su disposición para compartir con Harry.

Una hora después, vestida para ir al centro de la ciudad, bajaba las escaleras y encontró a el motivo de sus desvelos metiendo las cestas en auto. Se quedó de pie en la entrada de la casa y lo observó, mientras él no se daba cuenta, no podía negar lo inevitable, lo amaba y saber que el algún día se iría le hacía detener el corazón.

Al saberse observado, giró la vista, la mirada que le dirigió era como si no hubiera nada más importante que ella. Jamás se había sentido amada, tanto como con él, nunca lo decía y no hacía falta. Cada gesto, caricia, cuidado, mirada, tiempo compartido era una demostración de amor.

— Me gusta ese vestido — señalo el vestido que llevaba, era blanco de flores rojas pequeñas, hasta las rodillas y con recatado escote en V.

—Por qué parezco una dama — le dijo al recordar sus palabras y asintió.

— También por eso y porque te vez hermosa, tampoco muestras mucho, algo que es muy común ...

— En ese caso, un habito estaría también en tu lista de ropa para mí — sacudió la cabeza, divertido mientras, metía la última cesta y caminaba hacia ella.

—No me tientes Alessia, vamos. — ordenó tomando sus manos y entrando a la casa — antes de irte debes comer, preparé café — eso lo hizo mirarla sorprendida, ¡Había usado un aparato endemoniado! (como él decía). — No puedo esperar a que tú te levantes y me hagas un café he visto como lo usas, no soy tan ignorante.

— No he dicho eso, — su actitud la puso a la defensiva — lo tuyo no es que seas inteligente o no, es que te niegas a la tecnología y entiendo tu punto. No quieres cambiar el curso de las cosas.

— De llegar allá, nadie me creerá y terminaré en un psiquiátrico — entraron a la cocina, se desenvolvía con bien en ella, pero seguía esquivando algunas cosas, eso le decía que la idea de volver a casa estaba aún arraigada en él. — ¿Te vas a demorar?

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