Capítulo 10: Sade

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En un primer momento intenté apartarlo de mi lado; pero no podía seguir engañándome a mí misma. Una parte de mí disfrutaba la calidez de sus manos, el cómo me tocaba con tanta delicadeza... y sus labios, ¡qué beso! Los movimientos de los míos eran torpes, dejando clara mi inexperiencia; a diferencia de lo suyos, que buscaban acoplarse tan bien mientras nuestras bocas se acariciaban.

Esta nueva y extraña sensación era explosiva; más que eso, confusa. Deseaba apartarlo mientras tenía tiempo de resistirme, pero a la vez no quería que se detuviera. Quería que durase lo suficiente como para memorizar la textura de sus labios, el agradable sabor de su boca.

Posé ambas manos sobre el dorso de las suyas, retratándolas despacio. No quería que creyese que lo estaba rechazando. "¿Debería hacerlo? ¿Quería hacerlo?", pensé. Pero antes de poder contestarme a mí misma, sentí como los labios de Tom se apartaban. Al abrir los ojos solo pude toparme su mirada atenta a mí.

—¿Sade?

Una familiar voz apartó mi atención del rostro de mi compañero para encontrarme con la sorpresa de volver a ver a Ash. La mirada de mi viejo amigo se redirigió de mí a la persona que me acompañaba, y al encontrarse con Tom la expresión en el rostro del pelinegro cambió de inmediato. Le veía con hostilidad, diría que con mucho recelo.

—¡Ash!

Intenté romper aquella tensión, así que fui directo abrazarlo. Mi respuesta pareció tampoco agradarle a Tom, bastaba con solo ver como ambos se retaban con la mirada. No estaba enterada que ellos se conocieran o que en alguna oportunidad hubiesen tenido algo que ver, así que la actitud de ambos me resultó totalmente extraña. Aunque ya habría tiempo de preguntarle a ambos de qué se trataba todo ello.

—Te veo después, Sade.

La actitud tan fría por parte de Tom fue inesperada. No sabía cómo interpretar su comportamiento, especialmente después del beso que nos dimos. ¿Querría pensar que se trataba de Ash?, sea como sea no me dio oportunidad de saber de qué se trataba, simplemente se marchó.

—¿Vas a contarme de qué va esto?

—¿Curiosa? —el que me respondiera con otra pregunta solo me hacía pensar que no tenía pensado soltar información alguna—. Pensé que estaría más preocupada por mi llegada —agregó.

—¡Claro que lo estoy! —me apresuré a contestar. No quería que pensara que no era así.

Su regreso era inesperado, pero de una manera bastante agradable. Ash y yo nos conocíamos desde pequeños, y es que nuestros padres eran socios, pero sobre todo grandes amigos. Después que se fue de intercambio no volví a saber de él, siempre decía que estaba ocupado y que los estudios mantenían su mente en el trabajo.

Estaba tan entusiasmada por oír sobre sus aventuras en Nueva York, que no me molestó saltarme las siguientes clases solo para pasar la tarde con él. Abandonamos el campus, cada uno en su respectivo auto, y conducimos hasta una cafetería que no quedaba muy lejos de casa. Mientras disfrutábamos del día, Ash me puso al corriente de los detalles más importantes sobre su estadía en la gran manzana.

Hacía mucho que no me sentía así de feliz. Realmente lo había extrañado y esperaba que pudiese quedarse algunos meses antes de volver a retomar sus clases en la universidad.

—¿Y puedo saber qué hacías con Tom Kaulitz? —de repente la conversación cambió su rumbo, y agradecía que fuese él quien sacara el tema a la luz porque también sentía mucha curiosidad por saber los detalles del por qué ambos se miraban mal—. Creí que no te relacionabas con esa clase de gente, al menos no cuando me fui.

—Es una historia larga.

—Tengo toda la tarde —insistió.

No había forma de desviar la conversación, así que no me quedó más que contarle toda la verdad. Parecía muy interesado en cada información que daba, como si estuviese analizando la situación. Sé que se sentiría decepcionado por tanta ingenuidad de mi parte, pero traté de convencerlo de que Tom no era tan malo ni egoísta después de todo. Sí, tenía una reputación que le precedía, pero hasta la persona más dura podía ablandarse un poco... ¿o no?


—Sigo sin entender este rollo que te traes con él, solo te diré que tengas cuidado.

—Yo he sido honesta contigo, así que te pido que hagas lo mismo.

—Tom Kaulitz no es de fiar. ¡Vamos Sade! ¿Desde cuando te van los mujeriegos como él?

—¿Vas a decirme lo que pasó?

Ahora era yo la que necesitaba respuestas; y si Ash tenía información que podía importarme, era momento de que me lo dijese. 

Diario de un Seductor ApasionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora