Capítulo 12: Mona aunque se vista de seda... ¿mona se queda?

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En primer momento hubo un silencio demasiado incómodo. Tom estuvo a punto de iniciar la conversación; sin embargo, prefirió no adelantarse y dar por perdido todo. Pensó que era mejor escuchar lo que ella tenía para decir.

—Ya sé lo que sucedió.

¿Saber? ¿Qué sabía exactamente?, pensó el alemán. Sade decía muy poco; más que eso, no decía nada. Solo seguía dando vueltas al asunto, fuese lo que fuese. ¿Estaría enojada después de su plática con Aurora o sería responsabilidad de Ash?... ideas como esas rondaban por su cabeza y comenzaba a perder la poca paciencia que tenía en ese momento.

—¿Puedes ser más clara?

—Es cierto, lo siento

A juzgar por el tono en que le hablaba, hasta creería que no estaba enojada.

—Ash me comentó lo que sucedió antes de que se fuera al intercambio.

—¿Hablas de su expareja?

—Sí, ella. No iba a contradecirle, pero tampoco quise juzgarte por un comportamiento de hace años. No dijo muchas cosas positivas de ti, aún así me parecía más justo crearme un propio concepto de ti por cómo te has comportado en las últimas semanas.

—Sade, solo me estás confundiendo.

—Ay, lo siento. Lo estoy haciendo nuevamente.

Quiso mofarse de ella por la manera en la que se expresaba y no llegaba a ningún punto claro, solo seguía dando vueltas, así que no conseguía comprender del todo si estaba enojada o mantendría una postura neutral ante los comentarios de su mejor amigo.

El resto de la llamada continuaron hablando sobre la conversación que tuvo la joven con su enemigo. Al final, quedó claro que seguía teniendo a la monita de su lado. No iba a negarlo, eso le agradaba porque sabía que sería más sencillo manipularla, o al menos mantener vivo el interés hasta la noche del baile. Aun así, el mayor era consciente de que no podía fiarse. Estaba tan cerca de conseguir su propósito que no lo arriesgaría todo por su pasado. Necesitaba demostrarle a Sade que podía confiar completamente en él... y sabía cómo hacerlo.

...

Llegada la noche, Sade comenzó a prepararse para su cita. Se miró al espejo una y otra vez, sin creer que por primera vez se preocupaba por su apariencia física; o mejor dicho, por verse bien para alguien... ¿Tom Kaulitz? ¿Realmente estaba tan inquieta por tener una cita con ese narcisista?

Su comportamiento ciertamente inquietaba a sus padres, aunque en especial a su madre. En muchas ocasiones intentó que su hija mejorara se interesara un poco más por sentirse bien consigo misma y proyectara esa belleza que tenía, así que no podía creer que ese día finalmente llegase.

—¿Y quién es el afortunado?

—¿Cómo?

—El muchacho. No creo que te estés arreglando tanto para salir con una amiga.

—Es un compañero de la universidad.

—¿Quién?

No estaba lista para tener esa conversación aún con su madre, por suerte en ese momento Tom anunció su llegada con su mensaje; por lo que, escapando de las preguntas de su madre, tomó su bolso y abandonó su casa casi corriendo. Como siempre, él la esperaba a unos metros alejado de su residencia.

—¡Wao!

No hubo palabras que expresaran lo que por dentro pensaba, pero su rostro lo decía todo. Anonadado por el cambió de la monita, Tom la observó desde lejos. Las gafas tan horrendas que solía usar fueron reemplazadas por unos lentes de contacto. Había dejado atrás la ropa que la hacía ver como una anciana, vistiendo algo más acorde a su edad y que resaltaba muy bien su delgada figura. Incluso la veía sonreír un poco más, y le pareció encantador la manera en que sus ojos se hacían más pequeños cuando sus labios se extendían de oreja a oreja.

—¿Seguirás viéndome como un tonto o abrirás la puerta de tu auto? 

Diario de un Seductor ApasionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora