Black Magic

2: El Mundo Nuevo

Este capitulo tiene efectos especiales XD, cuando ustedes vean estos emojis 🎶🎵 deben reproducir la canción que he colocado como portada (por así decirlo), bien sin más que decir, continuemos.
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BAM!!!

Un portazo despertó a los dos pequeños dormilones, no era común que se levantaran con un ruido de esa magnitud... pero ambos seguían estando muy alerta, incluso dormidos sus cuerpos instintivamente los hacían ponerse atentos a cualquier sonido o movimiento, claro... gracias a esto ninguno de los dos había dormido bien y más porque el menor de ambos solía moverse mucho en la noche, lo que provocaba que su pobre hermana despertara aterrada y moviera al pequeño, despertándolo, así es, ambos eran un desastre esa noche.

-Daw...
-Shh- Dawon tapó la boca de su hermano rápidamente, no quería ser escuchada por lo que sea que había entrado a la casa, unas pisadas enormes se hicieron notar por dos cosas, el sonido estruendoso que estas mismas provocaban y el terrible movimiento del suelo.

-Otra vez yo... todo yo, no pueden buscarse a otra criatura para hacer este tipo de trabajos?, Arquímedes haz esto Arquímedes haz lo otro, ya me tienen harto, namás me escogen a mi porque saben que no sé decir que no-

Su voz sonaba rasposa y gruesa pero lo que decía hacía que él pareciera una buena persona, la más valiente se levantó de donde se encontraba y comenzó a acercarse a la puerta con temor de que el suelo viejo rechinara, no era posible... esa cosa no era humana... o no completamente, era enorme como lo imaginaban, pero era como un toro parado en dos patas.

-Ah!!!- gritó la temible cosa al percatarse de los dos magos que yacían en el suelo... les dió una sola olfateada y lo supo, un hechizo prohibido les había arrebatado la vida, ahora se sentía nervioso como el demonio.

-Está bien... está bien Arqui- se dijo a si mismo la temible criatura.
-Mejor sólo busquemos por lo que venimos...- el toro parado en dos patas abrió un pequeño papelito que anterior mente había sacado de uno de sus bolsillos. - Espero sigan vivos... Dawon?!...Hoseok?!, están por allí?... su abuelo me ha pedido llevarlos con él...soy amigo de su madre...bueno algo así supongo, en realidad no sé si me recuerde, pero... como sea necesito que salgan por favor-.
Ambos chicos se quedaron quietos, nunca habían oído del abuelo, y menos de un amigo de su madre parecido a un toro, estaban seguro de que eso no lo habrían olvidado ni de chiste.

-Ellos me dijeron que estarían en este pasillo... escuchen necesito que vengan conmigo, yo los cuidaré... sé que soy alguien extraño-

Extraño?, es la cosa más rara que habían visto en toda su corta vida, es más si días antes les hubieran dicho que estarían en esa situación de seguro lo abrían tirado de loco o lunático.

-Sé que tienen miedo, pero no pasará nada malo, ya han pasado lo peor, se los juro...ya sé-

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El semi-humano metió su mano en su bolsillo derecho, sacando de esta una flauta de madera, la colocó en su trompa y comenzó a soplar, creando una hermosa melodía.

Era la canción de cuna que su madre les tarareaba todas las noches antes de dormir, sin importar que hora era o si ella se sentía cansada por trabajar doble turno, la canción los acompañaba en las noches más oscuras y en los días más felices, incluso la cantaban todos a la hora de hacer el quehacer, ya que no contaban con un radio, aquella canción que los hacía dormir, sentirse seguros, amados. Era difícil explicar la sensación de aquella simple canción, se sentía como cuando uno se sienta en el pasto sin hacer absolutamente nada mientras la brisa de la primavera mueve los árboles al compás de una sinfonía, una melodía que no importaba que tan grandes crecieran, su madre siempre les cantaría. El toro tocaba con una facilidad increíble, y era extraño, porque sus manos eran enormes al igual que sus uñas, dando una apariencia terriblemente peligrosa, los chicos no entendían como con unos dedos tan grandes y bruscos podía hacer que la flauta reprodujera tan dulce sonido, incluso se podía escuchar una guitarra tocando de fondo.