Capítulo 5

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   La familia Potter era como cualquier otra de sangre pura, con sus oscuros secretos y misterios que nadie conocía.

  Pero había un secreto, uno en particular, que había llevado a involucrar a una persona que no tenía nada que ver con ellos. Una persona que se arrepentía de haber entrado en eso.

   Todo había comenzado cuando Flemont Potter, un hombre muy mayor al igual que su esposa, sintió que su sangre y apellido estaban peligrando al no poder tener un heredero. Sabía que había muchas otras familias sangre pura que estaban esperando para hacerse con su gran fortuna, sólo esperando el momento preciso.

   Pero ellos no sabían que Flemont, en realidad, aún tenía una última esperanza, algo de lo que nunca se había aprovechado desde que su padre se lo contara en su juventud. Tenía en su poder la capa de la Muerte.  

   Flemont Potter nunca había visto eso como algo más que podía usar para esconderse y hacer bromas a sus amigos, solo ahora se daba cuenta del verdadero poder que tenía en sus manos.

   Convocó a la Muerte e hizo un trato con ella: se le devolvería su capa si le proveía un hijo; la única condición era que se la daría luego de tres generaciones completas. No antes.

   La muerte aceptó.

    Nueve meses después nacía James Potter, un niño al que sus padres le dieron todo, le permitieron todo. Hasta que un verano, antes de ingresar a su séptimo año, murió a causa de un accidente.

   La Muerte volvió por el cumplimiento del trato, alegando que el Destino había decidido ese futuro para James Potter.

   Flemont le recordó que el trato era claro: tres generaciones, no antes, y le exigió que le devolviera a su hijo o la capa de invisibilidad jamás volvería a ella…


****


   Tenía cerca de treinta años cuando todo comenzó. Cuando ingresó al secreto Potter sin saber que realmente lo estaba haciendo.

   Su vida estaba llegando a su fin, pero él se resistía y peleaba para que no sucediera. Aún tenía tantas metas por alcanzar, tantos sueños por cumplir…

   No dudó cuando la Muerte le planteó el trato. Era toda la oportunidad que había estado pidiendo. No podría seguir viviendo como él mismo, porque su cuerpo ya no era apto, pero podría hacer realidad sus sueños y metas desde otro lugar.

   Desde el cuerpo de un joven...


*****
  

   James Potter se despertó con un gran suspiro en su cama donde sus padres lo habían colocado luego de su fatídico accidente hacia unos minutos. No entendía nada, no recordaba nada, pero se sentía tan extraño, tan diferente, como si fuera mucho mayor a sus diecisiete años.

   El hombre de treinta años estaba allí, dentro de él, pero aunque recordaba ciertas cosas de su pasado, muchas de ellas se habían perdido, entremezclándose con las del joven James, haciendo su personalidad como la de una persona completamente nueva.

   A Dorea y Flemont no les importó que su hijo ya no fuera el bromista al cual estaban acostumbrados, tenerlo nuevamente consigo era todo lo que querían.

   La Muerte, por su lado, sólo quería recuperar su capa; no le importaba que aquel hombre de treinta años en realidad no pudiera cumplir sus sueños, teniendo que vivir aprisionado en el cuerpo de un joven, quien tampoco podría seguir las metas que se había trazado.

   Tres generaciones completas, eso era todo lo que debía esperar.


*****
  

   La nueva personalidad, más madura, de James Potter atrajo la atención de Lily Evans, tanto que terminó en boda.

   James no pudo tener hijos. La segunda generación no se completó.

   Muerte se unió a Tiempo. Todo volvió hacia atrás, volviendo a empezar.

   James se casó con Lily y nació Harry Potter.

   Destino volvió a involucrarse, creando una profecía.

   Harry Potter, hijo de James Potter, la segunda generación que debía esperar la Muerte, moría aquella noche de Halloween a manos de Lord Voldemort a causa de esa profecía.

   Tiempo volvió atrás, y quien moría esta vez era James. O más bien el cuerpo de él, ya que su esencia, aquel que había sido un hombre de treinta años antes de entrar en trato con la Muerte, se le permitió ocupar el cuerpo del niño cuando éste fue desterrado tras la maldición asesina.

   Años después, Harry Potter caía a manos de lord Voldemort en su último enfrentamiento con él.

    La segunda generación no se completaba. Muerte volvió a recurrir a Tiempo.

    Aquel hombre de treinta años que hizo trato con la Muerte en un momento de desesperación, tuvo toda la eternidad para arrepentirse del hecho. Su vida, o lo que podía llamar vida, se convirtió en algo cíclico, a merced de los caprichos de Muerte, Tiempo y Destino, hasta el final de su existencia.

   Un final que, en realidad, no llegaría hasta que las tres generaciones se completaran.

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