Capítulo 3

133 3 0
                                    

Las paredes se ciernen sobre ella y el espacio cada vez se vuelve más pequeño, le cuesta respirar, el aire no entra a sus pulmones y su espalda topa con la pared del ascensor.

Hacía mucho que no le sucedía, desde aquella vez que se quedo encerrada en el sótano y su madre la encontró acurrucada en un rincón, intentado coger el oxígeno que parecía no querer entrar.

Y era justo eso lo que le pasa en este momento.

Dana, todavía pegada a la pared se deja caer sobre el suelo, coloca la cabeza entre las rodillas e intenta tranquilizarse para respirar, eso fue lo que le dijo el doctor que debía hacer cuando esto le sucediese.

Pero no funciona y Dana cada vez está más nerviosa, por dios, que no tarden en llegar los bomberos o quien sea, le da igual con tal de que consiga sacarla de ahí.

Kiara, preocupada por su dueña se acerca a ella y frota su cabeza contra el hombro de Dana, lo que parece no saber el animal, es que eso solo consigue que Dana empeore y lágrimas de frustración se deslizan por sus mejillas.

Esas son las que no le permiten ver al chico arrodillado ante ella.

-¿Eres claustrofóbica?-le pregunta.

Dana no habla, no puede, simplemente asiente energéticamente intentando respirar.

-Yo también lo era, hace unos años y me enseñaron un truco para esto.-dice el chico señalando el estado de Dana.

La chica casi ni le escucha, un pitido se adueña de sus oídos.

-Tienes que cerrar los ojos y pensar en un lugar que te guste. Por ejemplo: un prado ¿Te gustan los prados?

Dana asiente, con los ojos cerrados.

-Pues imagina que estás en un tranquilo prado, solo estás tú, la brisa te mueve el pelo y sientes el aire fresco a tu alrededor.-recita el chico, con una voz dulce y relajada, que ayuda a Dana a imaginarse lo que le dice.

El prado se abre paso a través de sus ojos cerrados y decide tumbarse en la suave hierva, está fresca y su piel caliente lo agradece, los pájaros cantan, y el viento le refresca el cuerpo.

Con miedo de que no le sea posible toma aire.

Y para su sorpresa entra en sus pulmones sin problema.

Vuelve a respirar otra vez y otra y otra.

Una sonrisa se instala en sus labios, la sensación de que el oxígeno corra por su interior otra vez es fantástica.

Todavía continua con los ojos cerrados, hasta que una mano toma la suya y Dana se ve obligada a levantar los parpados para encontrarse con su salvador, que está sentado frente a ella.

-¿Te encuentras mejor?-pregunta con una sonrisa, dios mío, qué guapo es.

Dana se sonroja al instante como un farolillo.

-Si-responde en un susurro.-Gracias.

-No ha sido nada-responde el chico.-Habría sido una lástima quedarme sin vecina tan rápido.

Dana sonríe y en ese momento Kiara le da un toque en el brazo, haciendo notar su presencia. La chica le acaricia la cabeza y el animal se recuesta en el suelo.

-Parecía muy preocupada por ti.-comenta el chico, Dana frunce el ceño.-Tu perro, quiero decir.

-Oh, sí-responde Dana, intentado esconder el sonrojo entre su cabello, sin éxito.-Siempre intenta ayudarme cuando me pasa algo, el otro día me caí de culo cuando salía de la bañera y ella cogió el teléfono inalámbrico del salón y me lo trajo, para que pidiese ayuda.

Secretos (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora