-Qué, Anton, ya estás emocionado, ¿eh?- preguntó su padre volviéndose a su hijo con una sonrisa en los labios.
Anton iba sentado en el asiento de atrás del vehículo todoterreno y llevaba encima de sus rodillas un cuaderno negro: su diario de viaje.
-No, para nada- afirmó Anton.
Precisamente acababa de anotar en su diario:
"6 de agosto. Empieza nuestro viaje al país del Conde Drácula. ¡Estoy muy emocionado!..."
-¡Oh, mirad allí!... ¡El vampiro Express!- exclamó entonces el padre de Anton señalando hacia la derecha.
La señora Helga, que estaba leyendo su guía de Rumania, levantó la cabeza.
-¿Vampiro Express?- preguntó molesta.
-Sí, la furgoneta que va delante de nosotros- dijo el señor Robert.
Anton, entre tanto, había descubierto ya la furgoneta. Encima de un número de teléfono decía: <<Ayuda a preservar, dona sangre>>
-Esto es una ambulancia- declaró la madre- Y no me parece que se deban gastar bromas sobre esas cosas- añadió dirigiendose a su esposo.
-¿Cómo que bromas?- se defendió- Pero si dentro de ese vehículo cabría muy bien el ataúd de un vampiro...
-¡Efectivamente!- le apoyo complacido Anton. Cogió su cámara y esperó hasta que se pusieron a la altura de la furgoneta. Entonces apretó el disparador.
-¿Es que nada más empezar el viaje tienes que meterle en la cabeza a Anton todas esas estupideces sobre vampiros?- censuró la madre de Anton.
-¿estupideces sobre vampiros?- dijo el señor Robert riéndose- ¡Pero si por lo único que viajamos a Rumania es por los vampiros!
-¡Sí, pero porque el señor Schwartenfeger nos aconsejó ese viaje!- replicó- ¡A mí nunca se me abia ocurrido viajar a Rumania!
Anton esbozó una sonrisa. El señor Schwartenfeger era él psicológico al que iban sus padres para hablar de sus problemas. Y uno de sus <<Problemas>> era él, Anton y sus amigos los vampiros. Aunque sus padres no creían que Rudiger Von Schlotterstein y su hermana Anna fueran auténticos vampiros.
Anton cogió otra vez su diario.
"¡Si supiera en donde están Rudiger y Anna! ¿Estarán aquí en el desfiladero de Borgon?", escribió.
Hacía ya cinco semanas que el pequeño vampiro había entrado una noche en la habitación de Anton y le había contado de que su familia iba a regresar a su vieja patria, Transilvania. Pero antes de que Rudiger le pudiera contar más detalles, Helga madre de Anton había llamado a la puerta y había preguntado a su hijo si tenía visita. El pequeño vampiro se había marchado precipitadamente y desde entonces Anton no lo había vuelto a ver. Tres noches después, había encontrado en su ventana una nota que decía:
"¡Ven a visitarnos! Nos encontrarás si sigues las huellas del Conde Drácula, siempre tuyo.
Rudiger"Desde entonces Anton había aprovechado el tiempo que quedaba de vacaciones para convencer a sus padres de que tenía que hacer a toda costa un viaje al país del Conde Drácula. En eso encontró el apoyo el señor Schwartenfeger. El psicólogo había explicado que con ese viaje Anton probablemente se curaría de una vez por todas, su <<su obsesión con los vampiros>>. Así fue como Anton, finalmente, logró convencer a sus padres para hacer un viaje a Rumania.
Ahora iban en su todoterreno (con él se había visto cumplido un deseo que el señor Robert tenía desde hacía mucho tiempo). Habló entusiasmado de unas <<vacaciones de aventuras>>..., todo lo contrario que a su esposa.
-Además- dijo Anton mirando a su madre- sí que estoy emocionado..., sobre todo por ver los hoteles. Los mismos no tienen ni agua corriente...
-Oh, seguro que sí- contestó ella- ¡Con los precios que tienen las habitaciones!...
-Si no, cogeremos el agua de la fuente- dijo despreocupado el padre de Anton- a mí eso me parece muy romántico.
-Pues a mí no- observó la señora Helga
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𝑬𝒍 𝑷𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒐 𝑽𝒂𝒎𝒑𝒊𝒓𝒐 𝒚 𝒆𝒍 𝒑𝒂í𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑪𝒐𝒏𝒅𝒆 𝑫𝒓á𝒄𝒖𝒍
RandomAnton y sus padres realizan un viaje turístico a Transilvania, dónde vive ahora el pequeño vampiro y su familia. ¿Es el Conde Drácula un mito o una realidad? En Transilvania, Anton, una noche desciende a la Cripta negra en la que las criaturas de la...