A Anton le pareció que el puerto de Tihuta era verdaderamente más decepcionante que el hotel Corona de Oro. Una carretera de bien asfaltada llevaba hasta un gigantesco hotel de nueva construcción con aparcamiento delante, cuyo tamaño estaba en consonancia con el del hotel. En un letrero luminoso leyó: “Night- Baro”
—Esto no es el castillo del Conde Drácula..., sino el centro del “Drácula- Turismo — bromeó su padre
—“Drácula-Turismo”— dijo Anton.
—¡Efectivamente! Con esto, el dictador Ceaucescu quería atraer a los turistas. ¡Y lo consiguió!
—Ah, ¿sí? — opinió Anton.
El aparcamiento no estaba precisamente lleno. Y tampoco se veía ningún autocar.
— ¿Acaso nosotros no somos unos “Drácula - Turistas” — contestó el señor Robert.
— ¡Yo por lo menos, no! — dejó bien claro Anton.
— ¡Pero tendrás que admitir que estamos visitando los mismos lugares que visitan los “ Drácula- Turistas” !
— ¡A pesar de eso yo no soy ningún “ Drácula- Turista”!
— ¿Y qué eres entonces? — preguntó su madre.
Anton sonrió irónicamente y dijo:
— Yo no he venido a Rumania como turista, sino exactamente igual que tú..., ¡por amor a los vampiros!
Su padre se rió.
— O mucho me equivocado o vamos a ver enseguida muchos vampiros, por allí hay un restaurante Drácula —dijo señalando un cartel que había sobre la entrada del hotel.
— Me parece a mí que te equivocas mucho —observo Anton— ¡Al fin y al cabo, no se ha puesto el sol todavía!
. Tal como él esperaba, en el comedor, amueblado con sencillas mesas de madera, sólo había gente con aspecto normal. Anton y sus padres tomaron asiento en una mesa cerca de la ventana.
— Esperó que aquí la carta sea más variada — dijo el señor Robert— Estoy realmente hambriento. Es que la comida de Bistritz no ha sido muy abundante que digamos...
Pero sólo había chuletas de cerdo o asado de vaca, patatas asadas chorreando grasa, ensalada de tomate y habas de lata.
—En eso Jonathan Harker tuvo más suerte —dijo Anton— En el libro se describe con todo detalle como saborea un sabroso asado y un exquisito vino de la tierra. Y en Cluj- Naproca le sirvieron incluso el plato nacional: ¡pollo con pimentón!
Después de la cena quisieron dar una vuelta por el hotel, pero no llegaron muy lejos: la mayoría de los corredores estaban cerrados y había montones de tablones, piedras y cascotes por todas partes.
— ¡Pero si esto es una pura obra! — protestó la señora Helga.
A pesar de todo encontraron un escaparate donde había porcelanas con la inscripción de “ Hotel Drácula Castle”. Anton se compró un plato. La mujer qué había pintado en él, detrás de lo cual se reconocía a un hombre con una capa negra, le parecía igual de hortera que a sus padres. Después regresaron a Bistrica.
En el hotel Corona de Oro, Anton, de repente, tuvo una idea: ¿No había encontrado Jonathan Harker a su llegada un aviso?
Fue a recepción y dio unos golpecitos en el grueso cristal. La mujer de mediana edad que estaba al otro lado le examinó con una mirada sombría. Volvió a llamar. Entonces la mujer abrió una pequeña rendija y dijo algo en rumano.
—Yo... ¡Anton Bohnsack! — dijo. Luego hizo una ademán de escribir y añadió— ¡Carta! ¿Tiene alguna carta para mí?
La mujer no reaccionó.
— Aviso, correo, post...— siguió intentándolo.
— ¿Postala? — dijo rebuscado en un cajón— ¡No!
— Gracias— dijo Anton.
Lentamente subió por las escaleras a su habitación. De repente le pareció una locura haber hecho aquel largo viaje a Transilvania... ¡sólo con la esperanza de ver allí al pequeño vampiro! ¿Y si resultaba que no conseguía ver a Rudiger y a Anna?
<<¡De eso nada!>>, se dijo luego Anton. No había ningún motivo para ver las cosas tan negras. Al día siguiente iban a visitar en Sighisoara la casa natal del Conde Drácula, según había leído Anton.
Ahora estaba incluso contento de que sus padre hubieran reservado una noche sola noche en el hotel Corona de Oro porque sus habitaciones, sobre todo los cuartos de baño, eran francamente modestas. Pero, naturalmente, un cuarto de baño como aquel también tenía sus ventajas: nadie le podía exigir a Anton que se pasara mucho tiempo en él...
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𝑬𝒍 𝑷𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒐 𝑽𝒂𝒎𝒑𝒊𝒓𝒐 𝒚 𝒆𝒍 𝒑𝒂í𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑪𝒐𝒏𝒅𝒆 𝑫𝒓á𝒄𝒖𝒍
RandomAnton y sus padres realizan un viaje turístico a Transilvania, dónde vive ahora el pequeño vampiro y su familia. ¿Es el Conde Drácula un mito o una realidad? En Transilvania, Anton, una noche desciende a la Cripta negra en la que las criaturas de la...