"Señor García," gruñó Snape, cerrando la puerta de su despacho cuando Gustabo tomó asiento al otro lado de la mesa de su despacho. La habitación era tan fría, apagada y tétrica, que parecía hecha a medida para el hombre. "No voy a decir que me alegra verle aquí, pero tampoco era algo que imaginaba muy lejos en el futuro."
Gustabo bufó, una sonrisa irónica apareciendo en su rostro mientras meneaba la cabeza, incrédulo.
Snape llevaba vigilándole de cerca desde el primer año, aunque había empeorado desde el día en que le readmitieron en Hogwarts, pese a que ya explicó Dumbledore una y mil veces que consideraba su expulsión temporal innecesaria, puesto que era humano fallar siempre y cuando uno aprendiese de los errores.
La historia podía resumirse siempre de la misma manera: Gustabo daba las respuestas. Daba igual lo que hubiese ocurrido, daba igual los motivos por los que hubiese acabado en esa situación, era siempre Gustabo el que era cuestionado, interrogado y juzgado. Siempre Gustabo, sólo ante el dedo acusador de alguna cara conocida que juraba saber todo sobre él.
"Dígalo de una vez, Snape," dijo el chico, desinteresado. Estaba cruzado de brazos y movía la pierna rápidamente, inquieto. "Ambos sabemos que quieres expulsarme desde antes de que te dijera siquiera mi nombre, dilo: Gustabo, estás expulsado de Hogwarts, esta vez de por vida."
El profesor caminó tranquilamente hasta su lado del despacho, tomando asiento frente a Gustabo.
Siendo el representante de la casa Slytherin, Snape tenía muchísima más accesibilidad al muchacho de la que podría tener con Horacio o Jack Conway, lo cual solía provocar en el alumno una constante sensación de paranoia, ya que cualquier persona que se acercase a él, automáticamente caería en el foco. No deseaba a nadie acabar en el punto de mira del profesor, si era sincero; no por el castigo, sino por lo mentalmente cansado que era.
"Por dulces que se me hagan esas palabras, señor García, me veo en la obligación protocolaria como profesor y tutor de todo alumno de la casa Slytherin de preguntar qué ha ocurrido y cómo milagrosamente acabó usted metido en otro problema." Dijo, su voz tan pausada y tranquila que aceleró las pulsaciones de Gustabo, ¿cómo podía estar siempre tan tranquilo?
Oh, cierto, pensó; porque él no es sospechoso de nada más que ser el alcalde de Gilipollasburgo.
Se encogió de hombros, ¿por dónde debía empezar?
Podría ceñirse a hablar sobre la pelea: Yun, tirado en el suelo aún temblando -no sabría decir si de rabia, dolor o si estaba sollozando -, Paola atendiéndole, totalmente ajena a Armando, la gente mirando sin hacer nada pese a que el golpe era inminente, Katherine y Greco demasiado lejos como para intervenir. Evidentemente Gustabo entraría al círculo; evidentemente intervendría, evidentemente habría recibido el golpe por Paola si no hubiese llegado a tiempo.
Si hiciese la pregunta, podría hablarle de lo mucho que le preocupaba Zara, de lo extraña que estaba, de lo ocurrido entre ella y Katherine. Si preguntara, le hablaría de cómo Armando no parecía Armando, de cómo miró a Yun como si no le conociera.
Si preguntara... No se molestaría en ocultar el más mínimo detalle, aunque pudiese proporcionarle otro castigo, aunque no le creyera una sola palabra, lo diría todo.
Pero nunca preguntaría; nadie preguntaba cuando se trataba de él, era una respuesta más que evidente si era Gustabo parte de la ecuación.
"Armando iba a pegar a Paola." Se limitó a decir, "ya había pegado a Yun cuando llegué, sabía que no era un farol, no iba a dejar que le pusiera una mano encima."
Snape se recostó en su viejo asiento, rechinando la madera bajo su peso. Imitándole, cruzó los brazos.
"¿Cómo es que todos los conflictos en los que acaba usted son siempre a modo de héroe defensor, señor García?" Se preguntó, "es irónico cómo alguien que tiende tanto a apartar a la gente de su lado, tiene impulsos tan heroicos por los suyos."
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"El Poemario Maldito"
FanfictionUn nuevo año inicia en Hogwarts; viejas caras conocidas se reencuentran, recuerdos cobran vida, la ilusión sigilosa que sisea en la magia comienza a alzarse en el corazón de los jóvenes estudiantes. La escuela vuelve a abrir sus puertas al público...