03. HENCHMAN

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삼 |  HENCHMAN

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삼 |  HENCHMAN

    —Tienes un... Tienes un regusto por sentirte en peligro. No encuentro una mejor explicación —aún si el día había empezado de la mejor manera, cuando los reproches de Daniel llegaron a manera de sermoneos más o menos cansinos, Jung Kook resopló, cansado de mantenerse despierto y deseó (de maneras muy vergonzosas) enrollarse de nuevo en los edredones de su cama. Pero nadie en esa casa le permitiría dormir hasta muy tarde.

    Y eso que solo eran las nueve de la mañana de un sábado.

    —¿De qué estás hablando? —preguntó con genuina incertidumbre. Por supuesto que no amaba sentirse en peligro. No importaba cuántas veces se lo repitieran, no lo convencerían. Jung Kook sabía perfectamente quién era y por qué se mantenía estático ante todo a su alrededor. Sin embargo, aún con tanta seguridad, sobre sí mismo o sobre el mundo, la idea de abandonar todo tan rápido no es para nada placentera. Es decir... él no había pedido que movieran el mundo de tal forma por... ¿por él? De alguna manera, aunque quiere creer en la bondad de esos dos que le protegen, quizá es el limitado espacio para respirar el que le está molestando, como en una espinita de... «Por favor, solo no me trates como un estúpido».

    —Desde que te conozco, nunca te había visto tan... Cómo decirlo... Emocionado.

    —¿Emocionado? —Si había estado mínimamente activo y andante, en nada tenían que ver las órdenes que venían de hombres sin rostro ni valor para mostrarse en público—. Imaginaciones tuyas.

    —Imaginaciones mis... No quieres ver la realidad. Nunca lo admitirás, lo sé — exclamó con total seguridad, usando a su favor los años que había invertido en criarlo. Daniel Boseman no es un mal hombre, por el contrario, es la manera tan correcta con la que hace las cosas, la que termina por ser cansada, al punto de rallar lo asfixiante—. Pero los días en los torneos eran más divertidos para ti, porque sabías que lo del estudiante promedio sería temporal —asegura, totalmente convencido—, pero ahora... —de pronto parece dudar de sus palabras y Jung Kook no sabe si tiene ganas de ponerle atención—. Escucha, lo sé, tienes derecho a sentirte abrumado y asustado; eso no significa que no seas capaz de lidiar con todo, sin embargo, no te presionaré a hacer algo que no quieres.

    En eso tenía un poco de razón. Jung Kook no iba a refutar tan contundente argumento. Era real. Siempre pudo apelar a la tranquilidad de un hogar y una familia, y ahora de la nada, todo estaba hecho un caos porque mientras más creciera, mientras más cercano estuviese de la adultez, más peligroso se volvía el mundo. Como si estuviese preparando sus colmillos para engullirlo a la menor oportunidad.

    —Señor Daniel...

    No... Por supuesto que no quería algo como eso. Ni para él, ni para las personas que eran importantes para él.

    —Papá. Soy tu papá, Jung Kook —Él se quedó allí, esperando una repuesta por parte de su hijo. Jung Kook se mantuvo muy callado, se esforzaba por no voltearle los ojos, lo sabía. Y el ligero valsar de sus piernas que colgaban sobre el escritorio, le decían que no estaba conforme ni con sus decisiones, ni con sus métodos, sin importar que todo se hiciera para su conveniencia—. Todo esto lo hacemos por...

Vanther: Misiones Fallidas 金 TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora