01. INSECURITY

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하나 | INSECURITY

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하나 | INSECURITY

    Queens, Nueva York, está a lo mucho unas nueve horas de Carolina del Sur en autobús. Y realmente no parece una gran distancia, si consideramos que ambos distritos están aún dentro del mismo país y que ya has visitado sus calles antes, ya fuera en un viaje de excursión o tan sólo una salida de placer para aliviar el estrés de una semana de exámenes difíciles. El problema real radica, en que no seas tú mismo quien se traslada de un lugar a otro. Que por un momento observes los lindos labios de tu mejor amigo hablar boberías acerca de la nueva persona que conoció en Coffee Bean y que al otro, estés atado de manos y piernas; y que, (también debemos agregar eso), lleno de un pánico terrible naciente en la boca del estómago, te des cuenta de que, en realidad... tus días están más que contados.

    Pensó que moriría.

    Y por el amor a todos los dioses que existen, Jung Kook juraría que no es ningún cobarde. Pero es que ese otro hombre, había sido demasiado listo y demasiado cauteloso. Para cuando se dio cuenta, esa mirada de esmeralda le estaba tomando del cuello y le miraba con rabia. Balbuceó algo sobre cosas que fallan, sobre que debía obedecerle y no solo sentarse a esperar por una salvación inexistente. Parecía que quería ayudarlo, pero un par de segundos después lo estaba empujando al vacío, y claro, las emociones estaban como miles de caballos galopando a lo loco en todas direcciones.

    Entonces se dio cuenta de que temía bastante a las alturas, porque vio su vida pasar ante sus ojos y la experiencia no fue para nada placentera.

    —¡AHHHH! —profirió un grito lastimero, pensando que aún caía desde las alturas. Pero, cuando se dio cuenta de que no estaba muerto, se volvió consciente de que yacía recostado en un suave sofá. El grito pareció espantar a una persona en la misma habitación, un tugurio gris del que apenas pudo distinguir figura alguna.

    “Maldición”, pensó.

    No, definitivamente no estaba preparado para eso, para morir, para visitar a Dios en el paraíso. Aunque eso solo funcionaba con el dios cristiano de sus padres adoptivos. El hombre de los ojos amables le diría que, al morir, Bast y Sekhmet le tenderían ambas manos para llevarlo a aquel llano verde en el que correría para siempre; Ahora la segunda versión parecía más amable. Pero eso no era ningún llano verde, y no parecía haber pasado al otro mundo, por ahora. Entonces reparó en la figura al frente.  Y se dio cuenta de que esas tampoco eran las garras de la diosa Sekhmet.

    Eran unas simples sandalias de piel sintética. Y la persona sentada en la silla giratoria frente a él, no parecía precisamente un demonio sacado del averno (al menos no a primera vista). Un tipo joven, le miraba con mucha tranquilidad, con la espalda recargada en el respaldo y las piernas extendidas a los lados, exhalaba cansancio en cada poro de su aperlada piel. La nariz respingada y los cabellos bermejos bien acomodados hacia atrás. Lo observó ladear la cabeza y dedicarle una gran sonrisa dentada que Jung Kook no supo cómo interpretar. Tragó un poco de saliva y luego parpadeó muchas veces, por si aún seguía dormido. No se molestó en preguntar nada, temía que le dañaran por abrir la boca, entonces solo pudo mantener los ojos muy abiertos a la espera del peligro... o la muerte.

Vanther: Misiones Fallidas 金 TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora