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Jimin se despertó al cabo de cinco horas de sueño, pero nunca en su vida se había sentido tan bien. Tuvo que escabullirse de debajo de Jungkook, quitándose de encima el peso muerto de los brazos y piernas de él antes de poder deslizarse fuera de la cama. Se dirigió al cuarto de baño y se aseó y se bañó. Pasando unos treinta minutos, se encontraba vestido con un jeans negro ajustado a sus piernas y un jersey holgado que la parte delantera la acomodaba dentro del jeans, junto un zapato negro de Gucci, se perfumó y se peinó y ya estaba listo, y cuando estaba apunto de salir de la habitación, se giró hacia Jungkook y lo miró dormido, con los brazos caídos sobre las sábanas.

Ahora su vida había cambiado. Había cambiado para siempre, irrevocablemente.

Las noches de ahora en adelante con Jungkook le habían transformado, lo hacían sentirse libre, libre como jamás en su vida se había sentido. Mientras lo miraba sonriendo, cayó en la cuenta de que su vida empezó a cambiar desde que empezó a escuchar a su corazón y el de nadie más.

Se inclinó sobre la cama y le acarició el pelo. Jungkook era un hombre asombroso, lleno de vida y de amor para entregar a las personas que valora realmente, único y deseable, cariñoso, el hombre perfecto para cualquier persona; ese amigo que necesitas cuando tu autoestima está por los suelos, ese novio que necesitas para que te recuerde lo especial que eres y lo mucho que alguien te ama en la vida, ese alguien que cualquiera debería tener la oportunidad de conocer.

Jimin estaba feliz, porque por primera vez, había encontrado a ese alguien que le hacía sentir mariposas en la panza.

El lacio cabello de Jeon se le enredó entre los dedos. «Si los angeles existen, tendrán el pelo como Kookie», pensó.

Sonriendo al darse cuenta de su propio sentimentalismo, le dio un beso en la frente y salió de la habitación para ir a la puerta principal del apartamento que rentaron por un mes, y se escabulló en medio de la atareada ciudad.

Pasando los minutos, Jimin caminaba firmemente sobre la acera una vez que bajó del taxi. Había una multitud de adolescentes desparramados por toda la entrada del edificio, bailando y divirtiéndose con los amigos, que al ver a Park llegando, se voltearon a mirarlo. Se sintió extraño por ese hecho, como si fuera un extraterrestre llegando a la academia de danza, en donde había crecido y madurado gran parte de su vida. Los estudiantes murmuraban cosas inaudibles a sus costados, él mantenía el ceño levemente fruncido, ocultado la mitad de su rostro bajo la mascarilla.

En la entrada al edificio había una chica alta y blanca, de pelo rubio, largo y ondulado, llevaba una mini falda y una blusita ajustada, que la obligaban a resaltar sus voluptuosos pechos,ñ. Jimin la reconoció como la capitana mayor de todas las agrupaciones. Tenía empuñada una carpeta como si fuera un arma, y cuando al parecer uno de sus acompañantes le señaló a Jimin, ésta se volteó y lo miró de pies a cabezas.

Aun bajo esa mirada tan gobernante, Park subió los escalones hasta ella, queriendo pasar de largo, sin embargo, su voz lo detuvo.

—Disculpa, oppa, no puede entrar.

Él se volteó hacia ella, elevando una ceja.

—¿Por qué no?

La mujer sacudió la cabeza, moviendo el cabello atrás.

—Porque ya no es bienvenido aquí.

Jimin frunció el ceño y miró a los chicos que estaban a su lado, indignado y confundido.

—¿Disculpa?

—Como presidenta mayor, temo decirle que todos los delegados de todas las áreas han firmado una petición para que usted no vuelva a ingresar a la academia.

Hermanastros『KOOKMIN』🧸 TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora