uno

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En algún lugar del vasto cielo, bailaba Felix con el viento, como su genuina existencia siendo una pequeña hada que jugaba sintiendo el frescor en su pálido rostro, sonriendo al cosquilleo del rose con su suave piel, era pequeño entre sus hermanos pero su corazón era inmenso, sus cabellos eran blancos y tenía lindos ojos azules que lo hacían especial entre los demás, era delgado, delicado y siempre jugaba muy feliz con su soledad en medio del bosque.

Un ser muy curioso, sus hermanos lo reprochaban por desaparecer a veces por semanas completas, pero siempre volvía contando todas las maravillas que había visto en sus aventuras, sin recibir mucha atención de ellos.

Felix era bastante solitario, los demás lo apartaban de su lado por ser más pequeño y juguetón. Su pequeña existencia consistía en volar y jugar con los rayos del sol en un gran bosque el cual era su hogar.

Al pequeño de cabellos como la nieve le gustaba salir temprano por la mañana y ver cuando comenzaba el amanecer, y se quedaba observando como los miles de colores que brillaban aún más en su inmenso jardín, podía estar todo el día volando al rededor de las flores y los árboles, jugando con los animales y huyendo de ellos también.

Su inocencia era una de las características más notorias del pequeño Felix, aunque sus hermanos siempre intentaban enseñarle que debía tener cuidado al salir a jugar, que debía tener precaución con los animales y humanos, que no debía acercarse a ellos, pero Felix era demasiado volátil y no tomaba mucha atención, no la suficiente.

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Por mala fortuna, de la noche a la mañana se vió dentro de un contenedor de vidrio, estaba preso, no sabía dónde estaba y quería irse a casa, sus hermanos le habían advertido que tuviera cuidado con los humanos. Nunca pensó que terminaría cautivo a manos de uno.

Aquella persona era de rostro serio y de una apariencia un tanto desquiciada, en su corazón reinaban intenciones malignas, que para el pequeño eran imposibles de comprender. Aquél hombre estudiaba a las hadas, habían muchas de ellas por todos lados pero sus almas ya no estaban en este mundo. Las atrocidades que sus bellos y grandes ojos vieron, hacían que por primera vez pudiera sentir el temor y la preocupación en su corazón.

Sentía miedo, cosa que aún no comprendía bien, no entendía porqué sus piernas temblaban, ni por qué comenzaba a sudar y su corazón palpitaba más rápido de lo normal, Felix le gritaba para que lo dejara libre pero éste parecía no escucharlo o acaso ¿Debía gritar más fuerte?.

El extraño y gran hombre se le acercaba con una gran lupa, cosa que lo aterrorizaba, como también su fuerte voz, la cual no lograba entender y siempre balbuceaba lo mismo "¿Crees que esta si sirva?" dirigiéndose a un extraño cuervo negro que siempre estaba posado frente a la ventana, éste sólo lo miraba y volvía la cabeza al paisaje, haciendo que el hombre se irritara y comenzara a gritar.

—¿Crees que esta si sea la indicada? ¿Por qué ya no hablas conmigo Matthew?—La voz áspera se escuchaba en la cabaña sin respuesta alguna.

—Es hermosa, nunca había visto esta especie antes, estoy seguro que debo estudiarla mejor—La voz desquiciada de aquel hombre de cabellos negros y largos, de cuerpo delgado y encorvado, retumbaba en la pequeña cabaña.

La cual se situaba al interior de un gran bosque frío y húmedo del cual sólo los ruidos de aves y animales rondaban el lugar desolado, que por los días no entraban ni los más mínimos rayos de sol, y por las noches el frío y la oscura niebla no dejaban ver nada más que la luz de la pequeña lámpara de la mesa del hombre sombrío.

Aquel hombre que se quedaba día y noche mirando el contenedor donde se encontraba el pequeño Felix, observándolo con desdén y queriendo tenerlo entre sus manos.

SWEET DREAMS | chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora