once

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Felix abrió los ojos a los segundos después, y se encontraba acostado en el pasto de un lindo parque, sintió la brisa refrescarlo de ese sol intenso, se sentía tranquilo, sin preocupaciones, sin emociones, problemas o resentimientos y se sentó para mirar a su alrededor.

Niños jugando con sus mascotas y parejas paseando muy unidas, respiró profundo y como había sido advertido, Felix no recordaba nada de su vida, ni siquiera sabía su nombre, ni qué hacía en aquel parque.

Su mente estaba vacía, sólo lo básico estaba guardado, leer, escribir, entre otras cosas. Miraba sus manos y se preguntaba qué hacía ahí, en ese lugar tan grande, mirando para todos lados, no pudiendo reconocer a nadie. Caminó un buen rato hasta que se cansó y se sentó en un columpio de un pequeño parque infantil con muchos juegos, no tenía un lugar a donde ir y sólo se quedó ahí.

Observó a los niños jugar por horas, su estómago comenzaba a rugir y un malestar que no comprendía bien estaba consumiendo su cuerpo, el chico se balanceaba en el columpio mientras veía sus pies en el piso, sintiéndose algo solo, el viento de la tarde movía su cabello con fuerza y comenzaba a bajar la temperatura.

De pronto vió una pelota rodar cerca de él y un chico corría tras ella, sus ojos se encontraron unos segundos y luego el chico se marchó en la dirección en la que vino. No sabía bien porqué ese chico lo había mirado tan intensamente pero no le tomó mayor atención, por otra parte un niño pequeño se había acercado a él y le decía.

—Niño bonito, ¿Puedes prestarme el columpio por favor?—Dijo alargando la última vocal.

Felix miró al niño que parecía de al menos unos cinco años, y se levantó para cederle el lugar, el pequeño se sentó y le pidió que lo empujara para tomar impulso y balancearse, el chico lo hizo por algunos minutos y luego cuando su madre llegó era la hora de que su amiguito se fuera.

—¡Mamá el niño bonito jugó conmigo!

—Cariño, te dije que tuvieras cuidado con los extraños.

—Pero bonito es mi amigo—Digo el pequeño quejándose de que su madre siempre lo tratara como a un bebé, y siguieron su camino.

El chico los observó marcharse y se quedó pensando en las palabras del pequeño, mientras se giraba para volver a su columpio.

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—¡Te juro que era él! No podría olvidarme de su rostro ¡Era tan pálido!

—Ethan no puede ser él, de seguro te equivocaste de persona.

—Iré a preguntarle su nombre.

—¿Qué? ¡No, espera!

Ethan hizo caso omiso, estaba convencido de que el chico que había visto en aquel parque era el mismo de ese día, y si Chan no le creía, debía verlo con sus propios ojos.

—¡Hey amigo! ¿Cómo te llamas?

Chan que corría tras él paró de golpe y se quedó mirando la escena.

—¿Felix?—Logró pronunciar casi inaudible.

El chico de cabellos blancos se había asustado un poco y se levantó del columpio, sin saber bien qué contestar en ese momento, queriendo retroceder, buscando en su memoria algo que pueda salir de su boca como respuesta.

SWEET DREAMS | chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora