CAPITULO 30

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POV. POCHÉ

Estaba totalmente entregada a su voluntad. Calle recorrio desde mi cuello dónde seguramente a dejo marca, hasta mis pechos.

Era incapaz de controlar mis gemidos cuando lamió mi pezón endurecido por ella. Y sumándole a esa deliciosa tortura su mano frotando delicadas caricias entre mis piernas, su boca en mis pechos y el roce de mi clítoris con sus dedos me doblegan. Mis gemidos no paran, de hecho aumentan cada vez más.

Daniela lo nota, deja mis pechos a un lado, y comienza a descender por mi cuerpo, ¡Me va a complacer! Cuando llega a mi sexo mormura unas cuantas palabras que no logro entender por toda la exitacion que está enloqueciendo a mis sentidos, solo logré percibir su cálido aliento en mi zona erógena sacándome más gemidos con ansias de volver a sentir su lengua en mi.

No me toca, no tiene ni el más mínimo contacto en mi humedad, desciende hasta mis pies, besa cada mínima parte de ellos, mis tobillos, mis piernas, todo lo hace lentamente, torturandome, me estremecí, trate de cerrar mis piernas y al menos generar fricción en mi necesidad de esa forma, pero ella no me lo permitió, me hace estremecer de pies a cabeza, desesperada por atención, decido llevar mi mano a mi sexo, pero justo cuando estaba apunto de sasciarme ella detiene mi paso sujetando mi mano colocándola arriba de mi cabeza.

—Por mucho que me prenda ver cómo te das placer tu sola — comenzó hablar con una voz extremadamente sexi y deseosa — hoy lo tienes prohibido, cariño — involuntariamente solte otro gemido, su cadera comenzó a moverse delicadamente sobre mi pierna, ella se estaba frotando sobre mi, dándose placer ella con mi cuerpo, cuando yo estaba desesperada por ser tocada, sus gemidos se hicieron escuchar por toda la habitación —

— eres una maldita — dije con voz jadeante. De vez en cuándo levantaba mi pelvis en busca de contacto pero todo era en vano, la ví sonreir —

Detuvo sus movimientos sobre mi. Y volvió a descender, de nuevo su tortura besando mis piernas.

—Calle... — la llamé con ganas de gritarle que me diera un orgasmo ya —

— ¿Que quieres Garzón? ¿No vez que estoy ocupada? — ella estaba jugando conmigo, sabía que esto de alguna u otra manera era su venganza —

—Ya no lo soporto más... — mi voz era temblorosa —

—Ruegame, y te complazco con lo que quieras — Negué —

Nunca había rogado por placer, está no sería la primera vez. 

—Te odio — murmuré, llegó a mis muslos, lamió mordió y chupo a su antojo cada vez subiendo más hasta mi humedad —

Mis gemidos eran imposibles de callarse

— No te voy hacer nada hasta que supliques — habló muy cerca de mi intimidad. Temblé —

Era incapaz de soportarlo

— ¡Mete tu lengua de una maldita vez en mi! — la escuché reír —

—¿Acaso eso es una orden? —

—No juegues conmigo... — ella me ignoro, siguió chupando mi muslo cada vez más cerca de mi necesidad — Dios, calle, ¡Que ya no aguanto! — estaba desesperada

—Suplica — dijo como si fuera lo más simple del mundo —

—...Por favor... —  me rendí —

—¿Por favor que? ...Se más específica — odiaba con todas mis fuerzas a la castaña, solo se estaba burlando de mí —

— ¡Cogeme, méteme tu lengua, chupame! ¡has lo que quieras pero hazlo ya! —

SOLO ES ODIO ¿NO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora