- Parece que has hecho ejercicio.
- Mmm... Sí - seguí con mi lectura.
- Me harté, escupe de una buena vez. ¿Con quién sales? - dio un golpe en la mesa.
Me giré para verlas, me tenían acorralada - Con nadie.
- ¿Con nadie? Eso sí no me lo creo, llevas haciendo ejercicio, ya no sales de peda con nosotras, comes saludable y has bajado de peso. - me empujó.
- Laura... Cálmate, no vuelvas a empujarme. - me acomodé y las vi a la cara.
- Di la verdad ahora.
- Sí salgo o no con alguien es mi problema, no es suyo. - las empujé y salí de la pequeña cocina.
- Nos dices la verdad ahora. - Paty me sujetó del brazo, por instinto le aplique una llave y ya estaba en el piso ella.
- Dije que no - me levanté y fui a buscar una nueva cirugía o algo. Salí del hospital, eran cerca de las cinco de la tarde.
- Hola...
- Hola.
- Me llamo Christian... Soy el nuevo médico.
- Mucho gustó, soy Sara. Médico de urgencias y cirugía. - le di mi mano en forma de saludo. Sí era el nuevo médico pero a mí me dio igual.
- ¿Ya te vas...? Puedo acompañarte
- Sí, no tengo problema con que vayamos a la parada de autobús... - salimos de hospital, el no dejaba de hablar de cosas sin sentido, no le preste atención. Estaba en mis pensamientos, tenía cosas que hacer y bueno, no tenía cabeza para entablar una conversación con él. Vi a Alan afuera del hospital, me sorprendió verlo ahí. - ¿Hola? ¿Cómo llegaste ..?
- ¿Ya nos vamos? - fue una pregunta qué no esperaba, no lo esperaba a él.
- ¿Nos vamos, Sara? - habló el nuevo, por un momento olvide qué estaba con él.
- Alan, Christian, es un compañero de trabajo... - por fin hablé, pero los dos se veían con repulsión.
- Mmmm Hola. - Contestó Alan.
- Mucho gustó - le dio la mano, Christian, pero Alastor se negó a darle la mano.
- Nos vemos en el trabajo, adiós Christian. - me despedí de él con la mano y él me dio un beso en la mejilla. Alastor hizo una mueca de disgusto y yo alejé mi cara.- Alan, vámonos. - algo extraño pasó, no lo quería que me volvería a besar.
- Buenas tardes, hermosa... - me besó ligeramente en los labios, me dejó sin palabras.
- Alastor...
- Vamos a entrenar. - me quito mi bolso y puso mi mano en su brazo. Sé portaba como un caballero.
Entrenamos, mi mente estaba en otro lugar, estaba en modo automático. Lo de la tarde me había dejado pensando, mis amigas me habían mandado mensajes, no quise contestar. No me había acostado con él desde ésa vez, todo seguía normal, habían pasado como cinco o seis días, no los conté pero no era necesario. - Me iré a dormir - Susurré y me tiré en mi cama. Sentí su peso del otro lado de la cama, me abrazó; sentía su respiración en mi nuca, me giré para verlo, lo besé y dormí un poco.
Me desperté, a las dos de la madrugada por sus pesadillas. Otro episodio de estrés postraumático, tomé sus signos vitales. - Estará bien, sólo debe de despertar. Iré por agua y unas pastilla para cuando despierte. - fui a mí botiquín, no tenía nada para su estrés, fui por un vaso de agua a la cocina y abrí una gaveta, dude un poco sí era lo correcto o no, pero lo hice. Saqué mis pastillas, complejo B, un cóctel de vitaminas relajantes para el sistema nervioso, más un par más que yo usaba para mis días de estrés.
Regresé a mi habitación, seguía temblando y con los ojos cerrados. - Alastor - lo moví, no respondía, lo moví más fuerte y sus ojos abrieron de par en par, otra vez negros, suspiré, podría morir en sus manos sino despertaba - Despierta - grité, su cara se relajó y vi como cada músculo se relajaba.
Prendí la lámpara, dejé el vaso y las pastillas en la mesita de noche. - ¿Cómo estás?
- Otra vez lo mismo... - se sentó a la orilla de la cama.
- ¿La muerte de alguien? - pregunté, la respuesta era obvia.
- Sí - dijo en un hilo de voz.
- ¿Quieres hablar?
- Para que sea juzgado. - se levantó y me dio la espalda - duerme, mañana tienes trabajo.
- Te escucho, no te juzgo... - respondí - y del trabajo no te preocupes, he tenido peores turnos, casi treinta y seis horas sin dormir, podré aguantar.
- Entonces sentirías lástima de mí y es lo que no quiero - habló cortante y frío.
- Tampoco, quiero escucharte. No te tengo lástima, eres un gran hombre o demonio, o lo que sea, no te juzgo porque eso no califica tus valores como hombre. - me paré a su lado.
- Era por obligación, matar era mi obligación y mi objetivo, sigo sin entender porqué sigo soñando las muertes.
- ¿De verdad dejaste de ser humano?
- Sí, creó qué sí ... - hubo una pausa, su mirada estaba clavada en el piso - Yo ... soy esto y no podré cambiar, nunca cambiaré.
- ¿Tus compañeros... ?
- Igual, no lo se. Nací para ser un demonio, deje la vida de hombre tiempo atrás, mi única forma de vivir es está.
- ¿Tiempos de guerra?
- Todo el tiempo es una guerra, no hay día que la guerra paré, que terminé, nunca terminará la guerra, yo muero y otro atrás de mí ya está esperando ocupar mi lugar.
- Un peón cae y otro toma su lugar... Así es la guerra.
- Sí... - Se giró para verme - debes dormir, mañana tienes que trabajar.
- Me dormiré hasta que tú te duermas, tómate las pastillas. - Le señalé el vaso y las pastillas.
- ¿Qué es?
- ¿Has tomando vitaminas? ¿Relajantes?
- Mmm no... Soy un demonio, recuérdalo.
- Dormirás cómo un bebé - Tomé las pastillas y el vaso. - Tómalas. - le di las pastillas.
- ¿La roja de que es? ¿Y porque hay un pedazo de pastilla....?
- Preguntas mucho, la roja son vitaminas, la pastilla rota es ketorolaco y la otra es valeriana con otra planta...
- ¿Las has usado?
- Sí, es mi cóctel... Las tomos cuando estoy bajo mucha presión, no te vuelves adicto...
- Está bien - las tomó y se recostó, salí del cuarto. Me senté en la sala, 2:47 am...
Me perdí en mis pensamientos, ahí estaba yo. Con un estilo de vida distinto, rompiendo la rutina, era algo nuevo, me levanté y apagué las luces, entre a mí cuarto. Ahí estaba él, dormido. Apagué la lámpara y me acomodé a su lado.
- Pensé que tardarías más... - me tomó de la cintura.
- Duerme... - le susurré, yo estaba media dormida. Trate de verlo a los ojos, se veía tranquilo, como si de verdad tuviera algo de paz en él, pero aún había algo tenebroso en su mirada. Me acomodé con él, sentía como se relajaba y se acomodaba a mi lado.
-No quiero darte más problemas. Duerme - me abrazó con fuerza, yo me perdí entre su aroma y la seguridad qué me daba, no se cuándo me dormí.
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Híbrido.
Random"Los ángeles lo llaman placer divino; los demonios, sufrimiento infernal; los hombres, amor". (Heinrich Heine) Ten cuidado con lo que deseas, esa debió ser mi advertencia. Nadie me la dijo, lo entendí con el tiempo, los deseos son malos. NOTA: Se ac...