VII. Sara

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Casi era mi hora de salida, supuse que Alastor iría por mí para entrenar después; tomé mis últimas cosas y salí, caminé entre la gente y los médicos, urgencias, en urgencias nunca duermes, nunca hay descanso y es la verdad. Había veces que debía hacer turnos hasta de 36 horas sin dormir, pero Alex, parecía mí ángel guardián, el a veces me daba un par de horas para dormir en su consultorio.

Entre al elevador y antes de qué se cerrarán las puertas, Alex entró y detuvo el elevador. – Te hablan… – me sonrió, no había hablado con él desde qué pasó lo de aquella noche. Todo normal, todo igual entre nosotros, se sentía normal poder hablar con él pero aún así, necesitaba aclarar un par de cosas, un par de palabras que nos dijimos aquella noche.

–¿Junta familiar?

–Algo así, sólo me dijeron que subieras a verlos. Y debemos hablar tú y yo después, tal vez fuera del hospital…– me sonrió, su jodida sonrisa qué hacía qué yo aceptará todo, era guapo no lo dudo, alto, atlético, cabello castaño claro, piel un poco bronceada y sus ojos grises, eso más un tono de voz grave que le iba muy bien a su personalidad, eran todo lo que alguien quiere, pero yo, yo estaba pensando y comparando a Alex con Alastor, suena tonto pero algo en ellos me hacía sentir bien, era cómodo estar con ellos, personalidades diferentes, personas diferentes pero eran muy similares en algunas cosas.

Había olvidado por un momento qué estaba ahí. Apreté el botón, y vi a Alex alejarse, mientras las puertas se cerraban. Piso cuatro y salí, vi a mi hermana afuera, esperándome. No la saludé, sólo entre y vi a mis padres.

–Sarita… – mi dulce e hipócrita hermana estaba ahí.

–Vamos al grano. ¿Qué quieres? – hablé. Odiaba cuando me decía así.

–Tú hermana se quedará en la ciudad un par de semanas… y …

–No – Me crucé de brazos. – Ni loca, no tengo espacio en mi departamento… Y no quiero vivir con ella. – me había puesto a la defensiva, sabía que unas semanas serían meses y luego años.

–Sara… – Intervino mi mamá. – Sólo serán un par de semanas… Les ayudará para mejorar su relación… – negué, no quería que ella estuviera en mi vida, no otra vez.

–Anna, también tiene una propuesta para ti.– ahí estaba papá, con sus tontas ideas de qué yo necesitaba ayuda para manejar mi vida.

La voz de mi hermana hizo qué la viera –Hermanita, se que no nos llevamos bien. Pero en el instituto dónde trabajó, necesitamos a una asistente…

–Me niego. No quiero ser tu sombra. –faltaba poco para que mandará todos a freír espárragos, seguí respirando. Por un momento se me cruzó la idea de usar algo se magia, qué había leído en los libros de Alastor, pero no tenía todavía un buen conocimiento y si llegaba a equivocarme podría en el mejor de los casos invocar otro demonio y no sería como Alastor, este me mataría.

Me había perdido en mis pensamientos de no usar magia, y había olvidado qué estábamos en una junta.

–¿Es por él? – preguntó mi hermana.

–¿Por quién? – respondí, debía evadir cualquier cosa que me delatara y diera a descubierto qué tenía a alguien en mi departamento.

–No te hagas la tonta, Sara. – habló mi papá. – Tus amigas dicen que sales con un chico…

–¿Y? – pregunté irónica – Ya también van a controlar con quién salgo

–Sara… – Ahí estaba mamá – Ese chico no te conviene, tienes un corazón muy débil y te hará daño… Es por tu bien qué lo dejes.

Híbrido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora