Soy un monstruo

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Al siguiente día Wesley, decidió llevarse a las chicas y la mujer a su mansión, uno de sus hombres le había informado que Janet estaba en búsqueda de ellas. Así que tomó la decisión de cuidar de ellas a toda costa.

Dos semanas pasaron desde que habían llegado a la enorme casa, parecían unos pequeños roedores en ella, Eva estaba mucho mejor, pues su peor castigo allí encerrada, fue ver todo lo que su impostora madre le hacía a su mitad. Elisa por otro lado, estaba encerrada en la habitación sin salir, no dejaba que nadie la viera a excepción de su hermana.

Pues Janet, le había dañado su hermoso rostro, haciéndole varios cortes en él, se sentía fea y no paraba de llorar. Morgan iba todos los días con la esperanza de que por fin se decidiera a verla, pero siempre terminaba siendo rechazada y no entendía la razón.

Raquel estaba mucho más tranquila, pero en su corazón se albergó ese sentimiento intranquilo que algo estaba por ocurrir; Janet no era de las personas de darse por vencida y sabía que en cualquier momento tendrían que enfrentarsen a ella.

—Elisa deberías recibirla sólo por una vez, ella no ha parado de venir, sólo por ti— le sugirió su gemela parada en el centro de la habitación, Elisa estaba frente a la ventana dándole la espalda en la penumbra oscuridad.

—¡Ya dije que no!, ¡Acaso no ves que soy un monstruo!— Espetó con tanto dolor, que el odio floreció en su corazón. Ese cruel castigo la había hecho dar cuenta que no podía mostrar más debilidad.

—No digas eso, tu siempre seguirás siendo hermosa— Recalcó Eva. La chica se giró rápidamente y la miró a los ojos, con una mirada fría ladeo la cabeza un poco y levantó sus labios un poco hacia arriba.

— Ante tus ojos sí, pero no para los de ella — Su voz salió tan fría como el.hielo, que a Eva le congeló el cuerpo.

— Ella te ama...

— Mejor vete — La irrumpió de golpe, ella asintió con la cabeza, al otro lado de la puerta Morgan había escuchado la conversación de las chicas. Cuando Eva salió solo negó con la cabeza dándole a entender que no la quería ver. Pero Morgan ya estaba cansada de que siempre la rechazara y por más que le dio tiempo no aguantaba más, de una fuerte patada abrió la puerta y entró en la habitación, cerró con pasador y se acercó a Elisa, que aún seguía junto a la ventana.

— ¿Qué es lo que te pasa?, vas a seguir rechazando mis visitas— reclamó ella, el corazón de Elisa se aceleró al escuchar su voz.

— Es mejor que dejemos las cosas hasta aquí — su voz salió tan firme, Morgan frunció el ceño y soltó una risa irónica, se abalanzó sobre ella, y la giró tan rápido que Elisa no pudo escapar.

Morgan recorrió todo el rostro de su chica, la hermosa piel suave y blanca estaba totalmente destruida, sólo se podía apreciar las enormes marcas de cuchillo atravesadas por todo lado, los ojos de Elisa brillaban en la oscuridad y cuando hicieron conexión, una solitaria lágrima cayó.

—Lamentó no haber estado para ti antes — Murmuró Morgan aún asombrada, como esa maldita mujer había dejado a la hermosa niña de sus ojos.

— ¿Y como pensabas defenderme? si toda la vida ella nos ha hecho esto — Sus palabras afiliadas dieron en el corazón de Morgan que sólo desvió la mirada, tomó aire y se controló. Si antes odiaba a esa mujer, ahora la quería ver muerta.

— Debiste hablar, las dos— Dijo ella en un susurró, Elisa soltó una risa maquiavélica y tornó sus ojos a los de ella. Esa no era la misma niña asustada y tímida que protegió aquel primer día.

— Y que sacamos con ello, como sea esto iba a suceder, — Atacó, Morgan suspiro y se acercó a ella, que retrocedió hasta que chocó con el marco de la ventana.

— Te equivocas — Dijo ella, y la acorralo con sus brazos sin darle escapatoria alguna, Elisa le sostuvo la mirada y antes de que ella pudiera hablar, Morgan se adueñó de sus labios, con sus manos acaricio su mejilla, con tanta delicadeza, rozando sus dedos por encima del hilo de la saturación. Aún no le habían retirado los puntos, Elisa soltó un gemido y eso volvió loca a Morgan, que  rodeó con sus brazos a la pequeña cintura profundizando más el beso.

— Espera, para, ¿Acaso no me ves como estoy ?— Dijo Elisa entre jadeos, Morgan la vio a los ojos con deseo, repaso de nuevo su rostro y negó.

—Para mí siempre serás la más hermosa — Dijo con voz ronca, Elisa sintió aquellos temblores y está vez fue ella quien se lanzó en sus brazos, la beso tan apasionadamente que no se dieron cuenta cuando cayeron en la cama.

Morgan se incorporó un poco y con sus ojos clavados en los de ella, empezó a desnudarla, quitó su blusa blanca, quitando botón por botón, al abrir la blusa, su hermosa piel tenía moratones, la incomodidad de Elisa se hizo presente, sus miedos la perturbaron y se levantó de la cama, aún con su abdomen descubierto Morgan la agarró de la mano y la hizo acostar en la cama.

— Déjame borrar cada huella de tu piel— Dijo ella pasando sus manos por encima de sus senos y bajandolas por su vientre plano, llegó a las caderas y se detuvo allí. Elisa estaba en una nube, con esas palabras la había desarmado por completo y se dejó llevar por sus suaves toques.

Morgan se acercó a su vientre y dejó besos húmedos en él, subió con la lengua hasta llegar en medio de sus senos y terminando en su cuello, Elisa se retorcio de placer, su temperatura estaba en aumento y un fuego ardiente se instaló en su entre pierna, Morgan siguió chupando y lamiendo su cuello, arrancando gemidos suaves de los labios de su novia. Bajó las manos a su falda y la quito rozando con sutileza sus muslos, donde también habían varios moratones.

Pecados Mortales[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora