Muerte de Janet

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Justo como era de esperarse, Elisa siguió con sus azotes, cada vez eran más fuertes cargados de ira y odio acumulado por años.  Eva la sostuvo del brazo y ella se quedó quieta, la mujer seguía en la misma posición sin inmutarse ni un poco,

— Eso es todo lo que tienen.. —Murmuró burlona, lo que sacó de sus casillas a Eva, que arrebató el látigo, y se lo puso en su cara haciéndola callar de inmediato, la sangre bajo de la boca.

— Esto sólo es el comienzo, madre — Eva volvió a golpear el rostro de la mujer, tal y como lo había hecho con su hermana, recordó la vez que cortó su rostro con un afilado cuchillo, y la pequeña marca seguía en su mejilla. Las chicas estaban fuera de sí, todo aquél sufrimiento ella debía pagarlo y sabían que no había mejor manera que con la venganza.

Wesley se percató de la ausencia de su novia y su cuñada, de inmediato se puso en contacto con Morgan esperando que estuvieran con ella, pero su respuesta fue negativa. Raquel también estaba preocupada, hasta que uno de los chóferes aviso donde se encontraban las hermanas.

— ¿Porque demonios las llevaste a ese lugar? — Grito furioso, agarró las llaves e hizo señas a las dos mujeres para que lo siguieran, se subieron al auto y este condujo lo más rápido que pudo, hasta llegar a la casa de las hermanas Brown.

Al llegar entraron abruptamente a la casa, las dos mujeres iban tras él, que con su altura ejercía poder y miedo. Escucharon los latigazos, que provenían del sótano, bajaron rápidamente y quedaron completamente quietos en la puerta viendo tal imagen:

Janet, yacía tirada en el suelo, envuelta en su misma sangre, mientras Eva y Elisa permanecían de pie, golpeando su cuerpo inmóvil. Raquel sollozo y las chicas giararon sus rostos hacía ellos, en sus ojos se veía la satisfacción de sus actos.

— Detente amor, ya está muerta — Wesley se acercó a Eva con una dulce mirada, la chica soltó el látigo y se abalanzó en sus brazos.

— Ven princesa — Morgan abrió los brazos y Elisa se acurruco en su pecho, como si de un gato asustado se tratará, pero la risa macabra que salió del fondo de su estómago dejó a Morgan petrificada.

Raquel se acercó a pasó lento a su hermana, no sentía nada, solo la contempló, hizo una oración y dejó un crucifijo encima de su cuerpo. Su alma se sentía en paz, su amor por fin tuvo su anhelada paz, y nada más ni menos que en manos de sus propias hijas, sonrió al ver a sus pequeñas irradiando amor, a dos personas que han estado con ellas en todo ese proceso de cambio.

— Vamos a casa, chicas — Wesley bajo a Eva, y todos salieron dejando aquél cuerpo allí tirado.

Su burbuja explotó en el momento que abrieron los ojos, y se dieron cuenta que todo el tiempo habían sido maltratadas por la supuesta mujer que decía ser su madre,  deseando la libertad y ahora era una absoluta. Nunca más tendrían que volver a escuchar su voz, y lo más importante, que por fin podrían hablar con quien ellas quisieran, salir de casa, tener una pareja, vivir una plenitud digna de su edad.

Tarde, fue muy tarde para Janet, quien no supo brindar un amor, que los celos la dominaron dañando a dos personas inocentes, sin maldad alguna, que gracias a ella misma, las convirtió en asesinas.

Su cuerpo se pudrio hasta que los vecinos se dieron cuenta del nauseabundo olor que desprendía la casa, las autoridades llegaron y sacaron dos cuerpos de allí, en completa descomposición. La noticia apareció en todos los lugares más remotos de aquél pueblo. Wesley, mostró una defensa muy grande para proteger a las gemelas y luego de pasar varios años en la cárcel salieron bajo fianza por buena conducta.

A las afueras de la cárcel; Wesley, Morgan y Raquel, esperaban con un enorme cartel de bienvenidas a la dos chicas. Habían pasado cinco años después de aquél suceso, estaban demasiado cambiadas.

Sus cabellos eran más largos, su ropa era muy diferente a esa largas faldas que usaban, se habían desarrollado un poco más, su pechos eran más grandes, con cintura de abeja, y trasero de buen tamaño. Lo que mas les impacto fueron sus miradas duras, sin rastro de temor alguno, sonrieron en cuánto llegaron a ellos.

— Mis niñas, las extrañe demasiado — Raquel abrazo a sus hijas, que la apretaron a sus cuerpos.

— Amor, estas bellísima, sabes que muero por hacerte — Wesley dejo sus palabras en el aire, y Eva lo beso tocando ese duro pecho, que la llevaba a la cima del placer, donde había aprendido a ver la vida de manera diferente.

— Princesa, ahora sí sólo seremos tú y yo — Morgan y Elisa se besaron y disfrutaron del contacto de sus lenguas, que desesperadas se chocaron. La tensión sexual estaba en el aire envuelta en las dos parejas, Raquel sólo se subió al auto avergonzada de ver tal escena de sus hijas.

Pecados Mortales[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora