Sung D.
El momento más hermoso en mi vida.
La avalancha de emociones reprimidas, asustadas y ocultas en mí, finalmente parecen dar un suspiro, alejándome de mi familia, mis problemas, mi faceta falsa y todo lo que odio. Realmente amo sentirme fuera de mi vida, sentir que el mundo me presta atención exclusiva a mí, pero que, a su vez, soy ignorada tal cual no existiera.
Aunque bueno, quizás exagero, este "respiro" no es más que alejarme de la ruidosa fiesta nocturna a mis espaldas, respirar aire puro y encontrarme libre. En un balcón, específicamente.
Unos increíbles candelabros danzan en círculos por encima de todos los invitados, los reflejos diminutos de estos se muestran incluso en el balcón por el cual camino, los péquenos brillos dando algún tipo de atmosfera antigua al gigantesco salón, mientras que, fuera de decoraciones brillantes, el resto del lugar lo ocupan familias charlando acerca de su dinero sobrante mientras se ahogan en alcohol. Cosa de familias con dinero.
A fin de cuentas, para eso justamente es esta extravagante fiesta: negocios.
Al haber divagado lo suficiente y tras lanzar mi vaso con vino a cualquier basurero, me dispongo a caminar al balcón lateral del edificio. La baranda de este podía dar las vistas más hermosas del centro de Seúl durante días de fiesta para la ciudad, donde lucecitas diminutas y brillantes tomaban todo el campo de visión y hoy, 31 de diciembre, no es la excepción. Ya conozco este lugar, siempre he venido acá en estas fiestas de inicio de año, sin embargo, había algo nuevo hoy. Alguien.
Bajo de mis incomodos tacones, procediendo a patearlos lejos de mí y aprovechando la única presencia cercana para acercarme con confianza y apoyar mis codos en el barandal, justo al lado de un chico desconocido. El joven parece desconcertarse, pues retrocede un poco al verme, incluso soltando su agarre de la barra de metal.
–¿Perdido, chico nuevo?
Sin respuesta, al parecer siendo igual de arrogante que cualquiera allá dentro, ¿Y para qué engañar? Igual de arrogante que yo. Su contextura delgada y la oscuridad de la noche lo hacen ver más pequeño de lo que debe ser, su cabello es rubio platino, y aunque no logro ver bien su cara en la noche, distingo ojos rasgados, casi gatunos, mirar el más allá del balcón con detenimiento.
Más allá del balcón, donde la vista del extraño se centra, las luces, brillos espontáneos y bombillas de la ciudad decoran la gran edificación de Seúl. Itaewon resalta bastante, aunque no suelo frecuentarlo, sus luces tienen mayor intensidad gracias a la variedad de bares y restaurantes que lo completan. En el centro, las luces son de oficinas o automóviles, todo muy atareado.
El cielo de la noche y su luna dan el toque final, pareciendo que nuestra genial Corea del Sur es puramente comercial y turística, una maravilla para el mundo. Pero a mí y al desconocido a mi lado, nos toca estar aquí, admirándolo desde lejos y con nuestros propios pensamientos.
–Bien, como quieras, no hables, pero tampoco me iré –sentencio al no obtener si un monosílabo.
Giré a verlo, aunque él ya tenía su vista fija en mí, neutro. Balanceo mi cuerpo un poco sobre el barandal, usando mis brazos y piernas de sostén yendo de adelante hacia atrás. Estuvimos así un rato, hasta que noto su sombra a mi costado, confirmándome que por fin se había vuelto a apoyar en dicha baranda.
–No soy de aquí, no sé qué hago aquí –su voz resulta ser rasposa, no tan grave.
Bueno, conversación, eso es genial, me estaba aburriendo aquí.
–Ya sé que no eres de aquí, siempre vienen los mismos imbéciles cada año –aclaro, divertida–. Pero con lo segundo no sé qué aportarte, tu familia tiene mucho dinero, eres conocido, vienes aquí a presumirlo, hacer negocios y listo.
Es bastante callado, eso es curioso en una fiesta de arrogantes. El chico simplemente soltó una risa floja, otra sorpresa para mí. Procedí a alcanzar mis tacones para ponérmelos nuevamente, pues la fiesta duraría toda la noche y no pienso quedarme aquí, el pequeño Hoseok siempre está dispuesto a sacarme de estas situaciones.
Al volver con mi compañero de balcón, me parece raro notar su cabeza más gacha de lo normal, estando incluso casi suspendida de su espalda y hombros, pero no intento hablar más, en su lugar saco mi celular de mi extraña cartera mandándole un mensaje a mi amigo y en cuanto guardo mi dispositivo para volver mi vista al rubio, me sorprendo mucho al notar lágrimas en sus ojos que se deslizan por sus mejillas.
Maldición, no estoy preparada psicológicamente para ayudar a nadie, menos a un desconocido que parece ser el más corriente entre tanta gente falsa ahí adentro. Un poco ansiosa, me coloco a su costado, confirmando aún más mi teoría de sus lágrimas al notar unas cuantas hacer su trayecto desde el rostro del chico hasta el suelo.
–Hey chico, ¿ocupas algo?
Y por supuesto que no respondió. Giro totalmente, yendo por un vaso de agua que repetidamente alguna señora lujosa de la fiesta me insiste en cambiar por champagne, por lo que, tras ignorarla y correr fuera de ahí, extiendo el vasito en dirección al rubio.
Su rostro gira solo un poco, temblando, hasta que acepta y toma cortos sorbos ahora viendo hacia la ciudad de Seúl. Me quedo en silencio a su costado, casi como si el tiempo se ralentizara aquí afuera o simplemente fuera una hora eterna, en silencio y paz.
Es raro vivir este tipo de situaciones, es raro ver a alguien sufrir y no saber cómo ayudar, en especial porque nunca he tenido la necesidad de ayudar a nadie emocionalmente. Mis padres se encargaron de lograr este desapego conmigo. Así que...me quedo en blanco, maldición, ¿Qué pasará por su cabeza?
La llamada de Hobi me avisa que ya habrá llegado y debería irme. Ser alguien totalmente indiferente nunca ha sido un problema para mí, pero, aun así, me da un mal sabor de boca dejar al chico acá, con sus pensamientos seguramente carcomiéndole el cerebro.
Lo analizo un momento más, viendo sus mejillas ya secas y sus ojos levemente cristalizados al igual de hinchados.
–Chico el cual no sé su nombre, creo que debo irme –al escucharme, gira a verme–. Suerte con tu vida, y piensa en que quizás el momento más hermoso de tu vida sea cuando salgas de esta maldita fiesta –mientras yo retrocedía nunca apartó su vista de mí, me miraba atento con un semblante serio, pero, a fin de cuentas, atento–. Por cierto, soy Damhee.
Terminé agitando mi mano a modo de despedida, obviamente él no dijo nada, su silencio fue la respuesta y justo cuando imaginé que sería vil mente rechazada, levantó su mano agitándola levemente. Chico curioso.
Tuve que esquivar a mis padres y mi hermana para escapar de allí aun con la mala espina clavada en mi espalda, sin embargo, una vez en el ascensor me relajo por completo para volver a mi mundana y odiosa vida. Vaya vida.
Afuera, el auto Jeep de mi amigo espera ronroneando. Mis padres no aprueban mi amistad con Hobi, aunque no me importa realmente.
–¿Cómo está mi chica favorita?
Es muy reconfortante estar con Hoseok, siempre con su hermosa personalidad incluso en sus peores momentos. Saludo al chico con entusiasmo mientras me adentro en su auto y, sin poder evitarlo, mi vista sube hasta revisar el balcón en el que hace unos minutos estuve.
Ya no había ningún chico en ese barandal. Solo espero que éste tan maldito día para él, acabe pronto.
La imagen de multimedia me dio la idea inicial para este fic, espero que les guste ;D
~EveAndEly.
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"Melodías Entre Letras" || Min Yoongi || De: EveAndEly
Storie d'amore"-Quizás algún día, mis letras calcen con tus melodías, Yoongi." Todos sabemos la ley de los artistas. Los extrovertidos cantantes, bailarines y músicos, contra los introvertidos pintores, escritores y fotógrafos. Pero, ¿Qué sucede cuando una escri...