Capítulo 3

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Suspiré pesadamente y tomé mi bolso, celular y las llaves de la habitación. Decidí salir un rato para conocer la zona y despejarme después del incómodo momento anterior. Ya fuera del dormitorio, caminé por las calles consultando el pequeño mapa en mi teléfono. Según la aplicación, había una estación del metro a unos metros de la residencia.

Siempre había pensado que New York era una ciudad muy activa y llena de energía, parecido a mi ciudad natal y estaba en lo cierto. La ciudad estaba llena de gente que iba de un lado a otro, todos concentrados en sus cosas. Los locales a mi paso están llenos, puesto que ya era la hora del almuerzo.

En la estación del metro, compré una tarjeta para poder ingresar y bajé a la plataforma en busca de una ruta que me sirviera para llegar a la Quinta Avenida.

Estaba muy entusiasmada porque hay unas tiendas de segunda mano allí que he vito desde hace mucho en redes sociales y tienen una ropa fabulosa, por lo que realmente quería ir a echarles un vistazo. Muchas personas pensaban que comprar en tiendas como esas era para personas de escasos recursos, pero no era del todo cierto. En lugares así se pueden encontrar todo tipo de cosas que mucha gente colecciona y que, por motivos adversos, deben vender y llevar allí. Es sorprendente el tipo de cosas que puedes encontrar a bajos precios y que en otros lugares cuestan mucho dinero.

Con la ayuda de un guardia, me subí en el tren indicado que me dejaba a unas pocas cuadras de mi destino.

Mientras hacía mi trayecto, rememoré lo sucedido esta mañana. Cuando Sasha y el intruso, que ahora sabía que se llamaba Gabriel, abandonaron la habitación, algo en mi mente me decía que ya lo había visto en otro lado. Sin embargo, pensando que quizás eran alucinaciones o que lo estaba confundiendo con alguien más, desistí de mi idea y envié ese pensamiento a lo más profundo de mi mente.

Me bajé en la parada que me indicó el guardia y caminé las cuadras como él me explicó y con la ayuda del mapa. Desde lejos logré divisar las tiendas.

Entré a la primera de la calle. Todo estaba meticulosamente arreglado, separado por secciones como en una tienda normal.

—Buenos días, ¿Puedo ayudarla en algo? —Una chica con cabello muy crespo y lentes emergió de la nada dándome una sonrisa de bienvenida.

—Me gustaría ver las camisas—. Le sonreí.

—Por supuesto, sígame—. Nos trasladamos a la parte de atrás de la tienda. Camisas de todo tipo colgaban en los percheros.

Buscando entre ellas algunas de mi talla, saque varias camisas muy lindas de diferentes colores, que, a pesar de ser de segunda mano, se hallaban en muy buen estado. Además, en la sección de pantalones y faldas, encontré algunas prendas que irían muy bien con las blusas que encontré. Entré al probador y me medía todas las cosas que encontré.

Luego de escoger las prendas que llevaría, también escogí algunos accesorios divinos y algunos libros que lucían interesantes.

—Quisiera pagar por esto—. Deposite todo lo que llevaría a casa sobre el estante. La chica que anteriormente me recibió, cálculo el total de mi compra.

¿Los chicos las prefieren delgadas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora